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LiberalidadesJuan Carlos Girauta

Memoria democrática, un odioso negocio

Al hermano de mi madre, Jaume Vidal, lo asesinaron los moros de Franco con quince años. Valgan estos avales para informarles de que siento un profundo desprecio por entes como el suyo, que viven de atizar el odio

Actualizada 01:30

Yo no sabía nada de la Federación Andaluza de Memoria Democrática hasta que leí aquí su negativa a incluir los retratos de Franco y José Antonio en la recreación de un aula típica del franquismo, vaciando los lados del crucifijo escolar. Por el nombre, adiviné que se trataba del típico chiringo woke, uno de llevárselo crudo por la vía del sentimentalismo y del victimismo, de modo que personas incapaces de aportar algún valor demandado por el mercado puedan ganarse la vida con nuestros impuestos, generosamente repartidos entre amigos, parientes y conmilitones por los distintos gobiernos woke de la España multinivel. Si no te lo da el Gobierno central, te lo puede dar un gobierno autonómico, y, si no, un ayuntamiento que, si falla, te puede conducir a una diputación. Las diputaciones son particularmente opacas y todo el mundo da por hecho que son una merienda de negros. De no resultar ninguna de esas instancias, que ya sería mala suerte, hay ramificaciones en todos los niveles aludidos. Por ejemplo, el Gobierno tiene ministerios de los que penden todo tipo de entes inútiles, cubriendo toda la gama de inutilidades.

Qué sé yo, observatorios de la perspectiva de género en la gestión de residuos urbanos. No sé si existe, pero podría existir. La razón es simple: tú vas y le dices a alguien en público (el wokismo solo funciona en público) que la existencia de un observatorio tal resulta ya imprescindible, y que parece mentira que aún no exista. Pues bien, todos los circunstantes te darán la razón. Nadie en público discutirá tu apremio. La cantidad de motos, cabras y vacas que se han vendido gracias al wokismo (y antes al «progresismo», que no se sabe lo que es) permite imaginar un combinador de frases al azar disponiendo sintagmas trucados y dándole a la ruleta. A ver qué sale. Mira: puntos de protección contra el calentamiento global. Y pones unas sombrillas. Pero pagando yo las sombrillas y tu sueldo. Inútil.

Antes de olvidarme del tema que esta columna pretendía abordar, la damnatio memoriae de Franco y José Antonio, debo comunicar al chiringo llamado Federación Andaluza de Memoria Democrática que es casi tan oscuro como una Diputación, que se dirigen a las autoridades democráticas sin autoridad democrática, que deberían tener una página web donde publicaran sus cuentas. Y que el modo en que se autodefinen lo dice todo… por lo que no dice: «Organización andaluza que reúne a asociaciones de víctimas y familiares por la Memoria Democrática». ¿Saben cuántos millones de familiares de víctimas debe haber a estas alturas? Yo soy uno de ellos: a mi abuelo Humberto Girauta, jurídico de la Armada, lo encerraron en Montjuic varios años, le prohibieron ejercer la abogacía de por vida y le trastornaron mentalmente. Al hermano de mi madre, Jaume Vidal, lo asesinaron los moros de Franco con quince años. Valgan estos avales para informarles de que siento un profundo desprecio por entes como el suyo, que viven de atizar el odio.

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