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LiberalidadesJuan Carlos Girauta

No dejaremos la calle

En la Plaza de Castilla se le han cantado las cuarenta a la banda de Sánchez, se ha lamentado el seguidismo de la prensa subvencionada, se ha advertido de que España no está muerta y se ha anunciado la derrota de los que la quieren mal

Actualizada 01:30

La concentración de Plaza de Castilla se habrá movido entre los risibles veinticinco mil que se ha inventado la Delegación del Gobierno (comandada por aquel individuo que le ve méritos a Bildu porque ha hecho mucho por España) y los cuatrocientos mil que calculan quienes saben, como algunos organizadores. En todo caso, mucha gente. Muchísimos más de los que puede reunir la izquierda psicópata, que a su vez reúne infinitamente más que la izquierda normal y decente, una curiosidad a estas alturas. En la Plaza de Castilla se le han cantado las cuarenta a la banda de Sánchez, se ha lamentado el seguidismo de la prensa subvencionada, se ha advertido de que España no está muerta y que recobrará su pulso, se ha anunciado la derrota de los que la quieren mal y viven de perjudicarla, se ha compartido la conmoción por la avanzada corrupción de la organización criminal que manda, se ha recordado a las víctimas del terrorismo el día después de aparecer en el BOE la penúltima traición sanchista rebajando entre siete y ocho años las penas a los asesinos etarras, se han recordado las chorizadas familiares del entorno presidencial, se ha tirado de ironía y se ha revisitado con Alejo la oratoria del XIX, se han enumerado chanchullos en larguísima lista y se han invocado los valores, principios e ideales que mueven a los ciudadanos de bien: la libertad y España, España y la libertad. Con vivas al Rey.

El emplazamiento se hizo por descarte. Viendo venir de lejos al pájaro delegado que tanto admira a Bildu, la organización del acto se cubrió las espaldas, e hizo bien. Es curioso el miedo que le tiene la gente de «pogreso» a las manifestaciones en la Plaza de Colón. Doblemente curioso si tenemos presente el complejito que acusa una parte de la derecha por haberse allí reunido, cargada de razón, cuando lo del mediador internacional con los golpistas catalanes. ¿Se acuerdan de aquello? El mediador nos ofendía. ¿Qué no tendremos apuntado en el bloc negro cuando ya el Estado ha concluido que el golpe separatista fue un acierto (no otra cosa significa la amnistía)? Pero no nos desviemos. Estábamos con lo de Colón, que es el símbolo de varios fenómenos interesantes, casi sobrenaturales. Es la hegemonía de la izquierda: dijeron «la foto de Colón» y de repente algo, una nueva entidad, una criatura de generación espontánea, escandalizó a la prensa felatriz del sanchismo. Con «la foto de Colón», un estremecimiento recorría la columna vertebral de la impresionable militancia de «pogreso». Otros, que salimos en la foto, estábamos la mar de orgullosos con el recuerdo de Colón, y nos gustaría repetir encuadre. Los complejitos se lo desaconsejan a aquellos que no son antisanchistas sino anti Sánchez. Es decir, los que quieren sustituir a Sánchez en la gestión del Estado, madrastra loca.

Tras los oradores, de piedra queda José Calvo Sotelo recordando al pueblo español su magnicidio a manos del PSOE, como ha subrayado Marcos de Quinto.

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