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Cartas al director

De Celaáfica y otros monstruos

Señor director:

Le confieso que cada vez que veo u oigo a Isabel Celaá –exministra y madre de la LOMLOE– me recuerda a la Maléfica interpretada por Angelina Jolie, evidentemente, más por su maldad interior que por su aspecto exterior. Porque habiendo sido quien le escribe un ferviente defensor y practicante real toda mi vida de la enseñanza pública (en mis propios hijos, en mí mismo y en toda mi familia) me alarman las medidas tomadas desde el advenimiento de Pedro Sánchez al poder y su brazo ejecutor de Isabel Celaá pervirtiendo todos los valores de calidad en la enseñanza.

¿Cómo es posible que esta Celaáfica que eligió llevar a sus propias hijas a un colegio e instituto privado, religioso y… ¡segregado! pueda ser la ejecutora de la enseñanza pública desterrando la calidad, el mérito, el esfuerzo, la concertada, imponiendo la educación para la progresía, eliminando la educación especial, asignatura de Religión, la Filosofía, la imposición de una historia manipulada, el adoctrinamiento progre e imposición de chorradas como las «matemáticas con perspectiva de género»?

¿Y dónde estaban la Oposición y las radios, periódicos y tertulianos no progres mientras tanto?

¿Se imaginan que estando la izquierda en la oposición hubieran pillado a un ministro de Rajoy en una contradicción tan fragante lo que hubieran dicho ¡y hecho! desde los partidos Frankenstein, desde sus televisiones, radios y periódicos de El País?

Y encima para escarnio, vergüenza y provocación va Pedro Sánchez y la nombra embajadora del… ¡Vaticano! saltándose todos los procedimientos internos de Exteriores. ¡Y va ella y lo acepta! ¿Y dónde están la Oposición, las radios, los periódicos y tertulianos no progres mientras tanto?

¿Es que estamos abocados en este progre país a asumir que todos nuestros jóvenes sean unos Adriana Lastra sin estudios, sin preparación, sin cultura, sin experiencia de trabajo pero con una fe religiosa (laica, eso sí) en el Líder Supremo del Partido?

Pues yo me opongo a adorar a Frankenstein.

Luís-Fernando Martín Pérez

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