Cartas al director
La pascua nacionalista
Año tras año los nacionalistas vascos celebran su día, el «aberri eguna», traducido erróneamente como «día de la patria», dado que en realidad es el día del nacionalismo vasco, o, si se quiere, con cierta connotación literaria «día de la tribu». De hecho, los vascos no nacionalistas, con independencia de su linaje, están excluidos por razones obvias. En 1932 se celebró por primera vez para conmemorar el 50 aniversario de la «revelación» a Sabino Arana –fundador del PNV sobre postulados racistas, machistas y xenófobos– de que su condición de vizcaíno era incompatible con la de español. Hoy la tradición se mantiene cada Domingo de Resurrección, aunque hace tiempo que se celebra por separado: el PNV por un lado y los que apoyaban a ETA –o militaban en ella– por otro. Este año, los proetarras, tan previsibles como indeseables, han peregrinado a Pamplona para reivindicar la capital del Viejo Reino como «capital histórica de los vascos y las vascas», una invención más del nacionalismo vasco, tan imaginativo él. En Bilbao, los del PNV han comparado –qué miserables– el País Vasco con la Ucrania que hoy lucha y muere por su patria. Y en el orden interno advierten al futuro Gobierno de España, con la arrogancia del chantajista, de cuál será el precio de su apoyo: vetar a «los fachas de Vox» en palabras de su presidente. Eso sí, tienden la mano a los que han jaleado a los sicarios de ETA durante cuatro décadas. Y es que en la tribu de Aitor, como es sabido, las nueces son puro maná aunque te manches de sangre.