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Cartas al director

Calumnia, que algo queda

Desde que la señora Ayuso ganó aplastantemente las elecciones a la Comunidad de Madrid en 2021, asestándole al señor Sánchez una derrota humillante, intuí que el presidente de Gobierno de España no se quedaría de brazos cruzados ante tal fracaso; sus malas artes, sus mentiras y sus continuas prácticas de trilero en el campo de la política me indujeron a pensar que, desde ese mismo instante, pondría a trabajar a los suyos para inventar algún resquicio de la vida pública, privada, o familiar de la presidenta de la Comunidad de Madrid, por el que poder introducir algún tipo de calumnia.

Como ya conocemos, hace un mes saltó la difamación contra la señora presidenta por las comisiones de su hermano en las compras de mascarillas. En este affaire ya pasado, pero no olvidado por las izquierdas, existen aún algunos puntos oscuros y muchas casualidades. ¿Qué perseguía en realidad don Pablo Casado apoyando prácticamente la difamación del Gobierno de Pedro Sánchez a la señora Ayuso?

Ahora en el «pelotazo» de los señores Medina y Luceño en el caso de las mascarillas del Ayuntamiento de Madrid, de nuevo el señor Sánchez y adláteres culpan de implicado y cómplice al señor Martínez-Almeida.

¿Cómo se les pide y se les exige a la señora Ayuso y al señor Martínez-Almeida que demuestren su inocencia, cuando lo lógico y jurídicamente correcto es demostrar su culpabilidad?

En la política española es práctica común el difamar sin previamente demostrar lo acusado. Se sigue la mala praxis, de «calumnia, que algo queda».

Alfonso Ruiz Morillo

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