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Cartas al director

Conjura antijudicial

La combinación de incultura y arrogancia explica la actitud de la ministra Irene Montero, sobre el escándalo de su ley del «solo sí es sí» y sus consecuencias favorables a la excarcelación de delincuentes sexuales. La ministra presa de su fanatismo ideológico, intenta trasladar a los jueces la responsabilidad de su chapuza legal. Y en lugar de asumir su error y rectificar, que es el valor que más valora el ciudadano del político, insiste en defender su engendro jurídico llamando fascistas a los jueces por aplicar su ley. Es intolerable. Todas las asociaciones de jueces han rechazado sus insultos y la de sus corifeos, ante esta especie de conjura anti judicial del Gobierno. No asumen que no se trata de una cuestión ideológica, sino de respeto a la división de poderes, básico en un Estado democrático.

La ministra trabajaba como cajera (un trabajo tan digno como cualquier otro) pero para dirigir un Ministerio de España son necesarias una formación y una experiencia de las que carece. Fue nombrada ministra exclusivamente por la exigencia de Iglesias, su pareja. Puro nepotismo.

Sánchez no se atreve a contrariar a la ministra e impedir que su Gobierno promueva leyes disparatadas. Algunos consideran sorprendente la capacidad de la ministra para convencer al presidente. Pero no se trata de capacidades. Su plegamiento a los desaguisados de la ministra tiene como único motivo su temor a que un desaire a la misma condicione una ruptura de la coalición, y se vea obligado a sacar sus muebles de la Moncloa.

España vive alarmada, vituperada y desorientada. La sociedad desconoce el proyecto diseñado por Sánchez para el país. Aunque realmente el presidente también lo desconoce, porque el no lo decide. Para saber el futuro de España tenemos que preguntárselo a los separatistas y los bilduetarras que son los que diseñan el camino a seguir. Esperpéntico.

José Antonio Prieto Solís

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