Cartas al director
Benedicto XVI: ¿Doctor de la Iglesia?
Josepf Ratzinger ha muerto, Benedicto XVI ha muerto. ¿Ha muerto también un Doctor de la Iglesia? Cierto que este título tiene que concederlo el Papa tras un proceso previo. Pero las condiciones que tienen que darse en el candidato son: una eminencia destacada en la doctrina de la Iglesia; que esta doctrina haya sido participada benéficamente por las almas; naturalmente que esta doctrina y esta fe predicada esté dentro de la más pura ortodoxia; y que haya una santidad de vida declarada.
A poco que se conozca y se profundice en su vida se puede advertir que no únicamente en su época de cardenal como prefecto de Congregación para de la Doctrina de la Fe, su corto Pontificado y sus años de retiro han servido para mostrarnos a un hombre santo, sino que a lo largo de su vida en Alemania mostró su fidelidad a la Iglesia, antes y después del Concilio Vaticano II, Concilio que defendió con todas sus energías y sabiduría.
Y no podemos dejar de resaltar su valiente e inteligente actuación en lo referente a la llamada Teología de la Liberación y en la preparación del Catecismo de la Iglesia, en particular el denominado Compendio del Catecismo, del que fue primero prácticamente su autor.
Sus escritos como Profesor siguen teniendo vigencia y no cesan de reeditarse en diversos idiomas, ahora ya compilados en los numerosos tomos de sus obras completas. ¡Y qué decir de su impresionante Magisterio en los breves años de su Pontificado!
Condensar toda su vida en unas líneas resulta tarea casi imposible, pues hay tantos aspectos de su sencilla vida personal que han quedado patentes de forma admirable y ejemplar en millones de personas.
Ojalá se inicien prontamente las diligencias oportunas para realzar la sabiduría al servicio de la Iglesia y de las almas y la fama de santidad del «simple y humilde trabajador de la viña del Señor».