Cartas al director
Sabino Arana y el PNV
Se preguntaba Unamuno que qué podía decirse de un tontiloco que opinaba que la raza que dio a Cervantes, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Gracián, San Juan de la Cruz y tantas claras mentes de los siglos pasados, es «una raza degenerada y afeminada». Se refería el gran escritor español, que además era vasco, al alucinado y calenturiento Sabino Arana, que es el principal responsable de esa otra historia inventada, la de la superioridad y singularidad de la «raza vasca», en relación al resto de los «españolitos». No se entiende la idealización de un individuo que decía que el vasco es de «andar apuesto y varonil» y que el español no sabía andar o «si es apuesto, es tipo femenino». En cuanto a la mujer, vasca o no, opinaba que era vana, superficial y egoísta, «inferior en cabeza y en corazón». A su mujer, Nicolasa Achica-Allende, le dijo o escribió que «uno de tus deberes principales es el de estar sumisa a mis mandatos y obedecerme en todo lo que no vaya contra Dios». Semejante ideólogo de la nación vasca se moderó antes de morir y, en su último año de vida, propondría renunciar a la independencia. El actual Partido Nacionalista Vasco siempre oculta que Sabino Arana murió con la elaboración de un proyecto que no vio terminado, que era sustituir al PNV por la Liga de Vascos Españolistas, con el fin último de renunciar a la secesión y tener «una autonomía lo más radical posible dentro de la unidad del Estado español», como ya pretendían los fueristas antes que él. Así se escribe la historia o se inventa, se falsea, se manipula o se oculta, según interese; y los radicales vascos y catalanes son muy duchos en su particular asignatura de historia.