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Cartas al director

Sobre el mérito

Sr. Sánchez:

Lamento profundamente estar obligado a dirigirme a usted en primera persona. Pero todo tiene su límite. Sugerir que la derrota de ETA fue monopolio de «gobiernos socialistas» es una falsedad. Arrogarse ese mérito una indecencia. Soy testigo. Cumplí 63 años en marzo. Voté por primera vez con 18, en diciembre de 1978, con motivo de la aprobación de la Constitución española. Soy uno de los ciudadanos anónimos y sin importancia que ha contribuido en la escueta medida de sus posibilidades a desterrar el terrorismo de nuestra sociedad, no más que un grano de arena en nuestra inmensa playa común que desaparecerá con la espuma de una ola venidera. Eso es todo. Pero he compartido esa playa con otros granos extraordinarios y ejemplares, algunos políticos, otros funcionarios, todos sociedad civil en acción, que juntos, mecidos por el mismo mar, resistimos todos los embates de quienes defendieron sus ideas matando para, hoy, poder resolver nuestras diferencias, no enconarlas, con la palabra. En ese debate, siempre apasionado, también hay límites. Uno importante es el de la memoria histórica real, que con su actitud presente usted degrada y desvirtúa. No es digno ni veraz emborronar en nuestra conciencia común –más en la de los más jóvenes– un logro impagable que es debido a toda la Sociedad Española, toda, con la única excepción de aquellos que aún hoy ni siquiera se han arrepentido de sus atrocidades. En eso consistió la Transición, señor Sánchez, en arrepentirnos conscientemente, en razonar los monstruos que produjo nuestro sueño, en asumir el peso de nuestra Historia sin dimes ni diretes, y en valorar la paz por encima de la guerra. Por eso debemos ensalzar la Transición con orgullo y congratularnos de haberla transitado con éxito. Usted es su hijo. Sea valiente y no reniegue de ninguna brizna de su pasado. El mérito no es de una parte, es del todo.

José Eguiagaray

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