A la cola de Europa

Hace más de 40 años que España es líder europeo en paro y en pésima calidad del empleo. Por aquí se han sucedido Gobiernos y, sobre todo, ministros de economía, pero ahí seguimos, estancados, turnándonos con Grecia en tan vergonzante posición. Durante este tiempo hemos oído con recurrente desfachatez que el ministro fulanito anuncia que creamos más puestos de trabajo que nadie, o que la ministra-sonrisa presume de algo parecido. ¿Serían patriotas constitucionales o, simplemente, pretendían saltar por la cuota hispana a un puesto internacional bien remunerado? Nos hemos acostumbrado a ser los últimos de la clase y eso es lo peor. Hemos asumido que no tenemos remedio. La contundencia de estos 40 años parece inapelable. Tal vez si en las reuniones internacionales los representantes de cada Estado fuesen ubicados según sus datos de desempleo, alguno se pondría colorado y no se mostraría tan ufano en casa. Por ejemplo, a los responsables españoles tendrían que sentarlos al final, para que todos recordasen sus patéticos resultados. Algún día tendrá que llegar en que se les diga: vosotros que tanto pedís a Europa, ¿qué habéis hecho y hacéis por Europa? Esto no puede seguir otros 40 años. Si miramos el mapa del desempleo europeo, España es un agujero negro, que siempre dobla el ya de por sí elevado paro de la Unión en el mundo, al que contribuimos más que nadie. La cuestión es que España lleva 40 años sin plan para salir de esa ubicación. En menos, otras naciones le han dado la vuelta al marcador. Pero de esto no se habla, no interesa. Nos entretienen con asuntos propios de lerdos, con mamarrachadas que duran una semana en los medios. No quieren asumir que el mejor ministro de Economía es y será siempre un deseable, por excelente, ministro de Educación. Y como en esto también fallamos, seguimos y seguiremos así, de últimos, endeudados y adoleciendo de los imprescindibles recursos para atender con decencia a nuestros ancianos y discapacitados. Miro a nuestros jóvenes y les digo que no están condenados a ser los últimos. Aprended de quienes salieron de más abajo, exigid resultados.

Europa no puede ayudar eternamente a quienes no se quieren ayudar a sí mismos.