Cartas al director
Una farsa o un suicidio
Qué ha sucedido en estas últimas elecciones generales, ¿cómo hemos podido llegar a este callejón sin salida? Porque no hay salida alguna en el final del túnel por el cual avanzamos, presintiendo la pared contra la que nos estrellaremos. Estamos gobernados por grupos de mentirosos, tramposos y vividores de todos los colores. No soy tan ingenuo como para pretender que exista algo en política que no sea mentira.
Hoy asistimos a un espectáculo tan denigrante que es el poder, pagando un precio muy alto. O pagas o mueres. ¿Dónde estamos? ¿En el eslabón final de una cadena de mentiras? Empezaron con la muerte de Franco, entonces se dijo que aquí, todos eran demócratas. Mentira, no lo era nadie, no la conocían, como se está demostrando ahora más que nunca.
No lo eran los partidarios de Franco, ni lo eran los comunistas de entonces, no lo eran esos de la socialdemocracia. Y no había más. Y con esas mimbres se hizo el cesto constitucional creándose un modelo que creíamos limpio y suficiente para cambiar un sistema por otro mejor. Pero no, ha sido insuficiente para crear un verdadero Estado democrático. Y ya ha pasado demasiado tiempo y España no es lo bastante normal en la Europa democrática a la que pertenecemos.
¿No nos estarán engañando con esta democracia? Que no tiene autonomía judicial, y una ley electoral vergonzosa donde los votos no tienen el mismo valor, y un sistema de autonomías desastrosas, montadas exclusivamente para el robo piramidal de fondos públicos. Con una tiranía partidista que convierte al ciudadano en rehén pagando su rescate. Existen dos clases de corrupciones: la monetaria y la política. Y dos clases de regionalismos corruptos, el vasco del chantaje del PNV y el independentismo del cacique Pujol. Y estos corruptos antiespañoles, ¿Pueden tener en sus manos la democracia? ¿Con un ridículo porcentaje de votos que la ley electoral les da escaños?
Los partidos constitucionales PP y PSOE, si creen en una democracia plena no deben consentir que estos mercaderes periféricos compren el Estado al mejor postor. Nada de Constitución, nada de tribunales y nada del Estado de derecho español, eso es lo que exigen…