Un lastre a soportar

Hubo una época en la que Estados Unidos era referencial en Occidente. Incluso en no Occidente, si incluimos a la España de Franco en este espacio. Arreglaba entuertos. O hacía que lo pareciese (Corea, Vietnam. Latinoamérica…). Hacía y deshacía a su antojo, y era el espejo en el que nos queríamos reflejar. Hoy sigue siendo un país tremendo: rico donde los haya; el tercer país más poblado del mundo (340 millones); americanos que, además, producen un cuarto del PIB total, según el Banco Mundial. Estados Unidos nació líder ya desde la Segunda GM. Siempre ha sido un coloso. Ahora también. Solo que antes, cuando no había internet ni satélites, no nos enterábamos de casi nada. Por eso, antes la adorábamos pese a todo. Ahora, que sí nos enteramos una miajilla, sabemos que en aproximadamente un año podrían coincidir electoralmente dos candidatos que no los querría para mí. El uno, nacionalista, cortejado por la justicia, embustero, vicioso e inmoral. El otro, torpe multidisciplinar, que a pesar de su autoproclamado multilateralismo, diverge económicamente con Europa y la castiga con aranceles y auto proteccionismo, aunque converja políticamente con nosotros en los exclusivos asuntos que son de su interés. Pretende incluirnos en su bilateral contencioso con China. También arropa a tipos a quienes les importa un pimiento exterminar a Gaza, con tal de acabar con Hamas, y con todos los demás a quienes Hamas viene sometiendo desde 2006. Estados Unidos, donde las armas campan a sus anchas y las libertades merman, viene siendo aproximadamente lo que fue ayer, aún en su evolución. Por eso, porque ahora me entero de algo, ya no es mi país referencial, sino, más bien al contrario, casi un lastre a soportar.