Sánchez en Barcelona. La inocentada

El presidente Sánchez ha sido recibido en Barcelona con una torpe imitación de la que se haría a un jefe de Estado de un país extranjero. Un grupo de mossos (policía catalana), hacía las veces de unidad militar, formados en el interior del palacio para preservar al visitante de los abucheos que se produjeron en el exterior. Éste otorgó a la bandera catalana la inclinación de cabeza que no hace ante el Rey; lo mismo hizo uno de los mandos policiales, el otro no, quizá porque no hay protocolo al respecto y cada uno hizo lo que creía haber visto respecto a la bandera nacional.

Acto seguido sentaron a Sánchez en un sillón a la medida de Aragonés, casi con las rodillas al pecho. Y la falta de respeto institucional continuó después con la apresurada retirada de la bandera de España.

Es decir, una patochada, un torpe intento de copiar lo nacional pero vestidos a la catalana.

No soy psicólogo, pero sí viejo, y mi percepción de lo visto me da pie a pensar que lo de estos representantes catalanes es enfermizo. Y lo peor es que quien debería poner el tratamiento también lo está, aunque de otra enfermedad.