Kafka y la UE

A veces, la Unión Europea me hace recordar la inconclusa novela de Kafka El Castillo. En ella, K., su protagonista, lucha por ser parte de un sistema que lo excluye. En un ambiente intrincado y sofocante la burocracia se convierte en un muro infranqueable.

El resentimiento, la desvergüenza y la estupidez de millones de españoles, tienen mucho que ver en la situación que hoy vivimos. Pero no olvidemos que hace seis años Puigdemont huye de la justicia española en el maletero de un coche. Y lo hizo, no hacia algún «paraíso judicial». Se estableció en el corazón de la UE. La misma de la que formamos parte como miembros de pleno de derecho. La misma en la que una maraña de recovecos legales, leyes contrapuestas, intereses y Dios sabe qué, ha impedido que Puigdemont pueda ser juzgado. Con este antecedente resulta chocante que tengamos hoy que poner la esperanza en Europa, para que el desmoronamiento del Estado en España no se haga realidad.

Cuando los que están obligados a facilitar que la ley se cumpla, no lo hacen, se convierten en cómplices del delito.

Con estos mimbres, Kafka hubiese terminado su novela en tiempo récord.