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19 de septiembre de 2024

Cartas al director

El campo

Es una realidad que vivimos tiempos difíciles para quienes amamos el campo. No hablo ya de la caza ni de los toros. Hablo del campo en sí, que es una suma de lo anterior y un estilo de vida único. Dios, en su infinita grandeza, nos ha concedido el privilegio de disfrutar de su creación, y tenemos la suerte de aprovecharla cada día en todo su esplendor. No podemos despreciar tampoco a las ciudades, que generan tanta riqueza, pero estas serían inviables si no dependieran de los bosques, ríos, campos y cultivos que trabajadores, en peligro de extinción, mantienen y mejoran. España es grande, sí, y tenemos un gran país lleno de gente que parece dormida por una pantalla estúpida. La carne no va a salir de Instagram, y mientras tanto, nuestros ganaderos, agricultores y, en definitiva, la gente del campo, se están arruinando por políticas europeas que los asfixian. No basta con una manifestación ni con un apoyo temporal a este sector que no depende de los influencers, sino al revés: el influencer tiene que comer, pero al que cultiva sus tomates no le hace falta para nada un señor grabándose desnudo en Mallorca. Es un grito al viento, porque estamos demasiado preocupados por triunfar en un mundo digital, cuando nuestro cuerpo, por ahora, no es digital. No tengo una solución, pero existe un problema: en España despreciamos al campo. Esperemos que el campo no trate a la ciudad como esta lo trata a él. Nos manifestaremos cada cinco años, gritaremos «¡Viva el campo!»... pero la situación seguirá igual, y el influencer irá al Mercadona con una piña al revés buscando «comida».

Javier Canrich

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