Cartas al director
El éxito de una historia
En la vida es indispensable soltar lastre para poder avanzar. Ilusiones trasnochadas, viejos rencores, amistades perdidas, amores huecos, fracasos profesionales, caminos sin salida...Recordamos en parte pero no todo, porque recordarlo todo nos impediría seguir adelante. Así podría explicarse que Arnaldo Otegi califique su partido EH Bildu como una «historia de éxito» puesto que es una formación política relativamente joven, en comparación por ejemplo con el más que centenario PSOE. Sólo dejando atrás a sus predecesores, que fueron numerosas siglas, podría hablarse de «éxito» de esta formación, en términos electorales en Euskadi y en cuanto a influencia en el Gobierno de Pedro Sánchez.
Pero no es así: lo quieren todo, el triunfo de su nuevo pelaje de cordero que clama por el respeto a la voluntad ciudadana («de su país») y la reivindicación de un pasado en que imponían su propia y minoritaria voluntad con las armas y el terror. Y es lo cierto que sus metas y sus mantras son las mismas: la vieja nación vasca (que afirman existió) y el derecho a decidir (que no existe en ningún Estado actual). Dan por fracasado el modelo territorial de la Constitución del 78 mientras firman acuerdos de cooperación y admiración con el comunista régimen cubano; no en vano es su modelo de «reparto de riqueza». Quieren conseguir sin ruido lo que siempre han querido. Parecen más jóvenes pero son los mismos, el mismo proyecto, las mismas ansias de expulsar lo español de lo que siempre ha sido «su tierra».