Cartas al director
La ONU debe refundarse
Desde que descubrí en mi juventud la carta fundacional de las Naciones Unidas, siempre he abogado por esta imprescindible institución. Y siendo así, no es óbice para reconocer que desde hace décadas no funciona. Se ha hecho inoperante –excesiva y lenta burocracia, Consejo de Seguridad politizado por intereses espurios, carente de autoridad efectiva, descoordinación entre sus órganos, etc.– e incumple su preciosa carta fundacional, que en su preámbulo proclama su más grande y ambicioso objetivo: «preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra que dos veces durante nuestra vida ha infligido a la Humanidad sufrimientos indecibles…».
Sí, sin duda la guerra «inflige sufrimientos indecibles», muchos más, y más insondables de lo que se puede expresar con palabras. Por eso mismo, la ONU debe poner toda su voluntad en reformarse para llegar a ser lo que quería ser: respeto, por encima de todo, al derecho internacional y a los derechos humanos para evitar agresiones e invasiones de países con graves consecuencias a los infractores.
Y aunque a menudo defraude, no cejaré de creer que este organismo internacional puede ser capaz de mediar entre sus Estados miembros y el único que nos puede salvar de la hecatombe.
Miembros de la ONU: No cejen en ser lo que querían ser, porque la necesitamos