Cartas al director
Virilidad
En Occidente se defiende un discurso hostil hacia los hombres. Aseguran que toda masculinidad es tóxica. El hombre que coquetea con una mujer sería, sin más, un agresor, incluso un violador. El hombre que quiere cuidar de su familia y se ve a sí mismo como su protector es comparado con un tirano doméstico.
¿Es normal que el discurso dominante en una sociedad impulse la disolución de referencias antropológicas y naturales elementales? ¿Por qué se niega la dualidad sexual que sustenta la especie humana y los seres vivos en general?
Una revolución así, con sus delirios, conduce inevitablemente a una oscilación del péndulo y lo estamos comprobando.
Necesitamos reconectarnos con una virilidad civilizada. Propia de la dignidad humana. Una virilidad obrada por el ideal caballeresco, culta, cortés, elegante, incluso cristiana. Una virilidad que no se asusta, sino que se asombra, ante la libertad de la mujer.
El problema no es la igualdad entre los sexos, sino la abolición de los sexos y la guerra de los sexos.