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Cartas al director

Memoria histórica

Comienza el 41º Congreso Federal del PSOE. Y Sánchez llegará al congreso sin disidencias, podrá haber alguna crítica que obligue a simular un breve examen de conciencia. Pero el congreso no tiene otro objetivo que apuntalar el liderazgo de Pedro Sánchez. Las referencias que haya a la corrupción del partido y familia, si las hay, serán de exculpación ante unos asistentes que, más que explicaciones, quieren obtener un argumentario. El congreso terminará con un Sánchez más fortalecido y un PSOE más radicalizado. No es el 41º Congreso del PSOE, es el juramento de lealtad a Sánchez.

Con una situación judicial menos grave Rajoy fue sometido a una moción de censura. Debimos tomar nota en ese momento. La moción prosperó gracias a un cambio de opinión, el compromiso de mantener unos presupuestos, que hizo que los diputados del PNV mutasen a favor de la moción de censura. Recién ganada la moción de censura, cuando todos creían en una convocatoria de elecciones, Pedro Sánchez anunció su intención de agotar la legislatura. Ya apuntaba a cambiar de opinión con cierta facilidad y el recurso a la intriga para detentar el poder. El hecho de tragar con unos presupuestos que rechazaba a cambio de la presidencia ya podía haber dado pistas de lo que iba a ser su mandato.

Reafirmar el sanchismo significa dar el visto bueno a la intriga como una forma de negociar, a la cesión de ideales en beneficio del cargo y a la lealtad ciega como forma de militancia. Los cambios de opinión del presidente siempre han ido a beneficiar su puesto en el cargo debilitando su autoridad, en beneficio de partidos minoritarios y en perjuicio de los intereses comunes de los españoles. Fortaleciendo a las autonomías no ha fortalecido el Estado de las autonomías.

Luis Fernando Ruano

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