Cartas al director
Sin control
10.000 personas perdieron la vida en aguas atlánticas sólo el año pasado. Unas 30 al día. Este debería ser el principal problema de la inmigración descontrolada y no a cuantos vamos tocando por comunidad autónoma. La gestión de la inmigración no empieza y se acaba en una solidaridad que se exige sin entrar en consideraciones. Esa necesaria gestión incluye medidas para evitar esos 30 muertos diarios. De los que sobreviven, la mayoría no son niños ni chavales; son jóvenes y fuertes y muchos vienen a buscarse la vida pero no un trabajo que tampoco se les oferta.
El Gobierno quiere reformar la ley de extranjería para poder hacer y deshacer en este tema sin que se lo impida la fuerza real del PP en las autonomías. Pedro Sánchez puede gobernar sin el Poder Legislativo y también sin o contra las comunidades autónomas, salvo que se trate de las que le apoyan. También gobierna sin Constitución o con la nueva que redacte su alter ego en el tribunal del 7 a 5; ese que quiere ser más supremo que el Tribunal Supremo. Llegan a los pueblos estos días 50 o 60 varones que de niños nada, de cultura e idioma distinto y entrenados por la vida para sobrevivir. La solidaridad va a caer derrotada por la inseguridad y el miedo. Se construyen muros entre españoles, pero no se cierran puertas por un buenismo mal entendido, que reforzará a la larga a los partidos de la nueva derecha y proporciona votos a la vieja y desnortada izquierda. El problema se multiplica y la división es un mal arreglo. Patada para delante