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Cartas al director

Bye bye Europa

«Tan lejos de Dios y tan cerca de EEUU»; tan cerca del demonio y tan lejos de lo que fue el epicentro de la Unión Soviética, Rusia: ¡pobrecita Ucrania!, limítrofe geográficamente con algunos que se quieren apoderar de su suelo, de sus industrias, pero sobre todo de sus intenciones políticas legítimas y, además, anhelante de los sistemas de otros; un país que en su día fue satélite de la URSS y que hoy no encuentra ningún dios que la asista en sus plegarias hacia su soberana existencia.

Ni tan siquiera de los correligionarios de 'su' Europa, un grupo de naciones acostumbrado hasta la náusea a marear perdices. Una Europa –hoy más que nunca en más de un siglo, si bien el refranero nos consuela con que «no hay bien ni mal que cien años dure»–, constreñida a los fríos y calores de esas figuras religiosas que escenifican lo divino y lo demoníaco, un Viejo Continente a mitad de camino entre EE.UU. y Rusia, una senecta porción geográfica a la que bien se le podría trasladar el «qué va a ser de ti lejos de casa» de la canción de J. M. Serrat.

Jesús Arroyo Amor

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