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Cartas al director

Ser un Estado social

Proclamar que un Estado es 'social' tiene un gran valor. Un Estado es social porque orienta a las personas, obviamente, en favor de la vida. Por eso, las apelaciones a la vida son numerosas en nuestra Constitución de 1978, con una única mención a la muerte, para abolirla (artículo 15). El resto de artículos son un maravilloso canto a la vida, a la libertad de vivir en todas sus manifestaciones. Por lo tanto, hemos de negar que el Estado social nos garantice el derecho a morir, al contrario, nos ha de proteger frente a la muerte. La lucha contra los suicidios y contra las enfermedades es inherente al Estado social, no así la promoción de la muerte.

Dicho lo anterior, si queremos dejar de ser un Estado social, tendremos que reformar la Constitución de 1978, que lo consagra en el artículo 1. Salvo la vía revolucionaria, haría falta una reforma constitucional con referéndum; también si pensamos, como Sánchez, que la democracia —el Estado democrático—, ya no requiere del Parlamento. Pero mientras no llegue esa reforma constitucional, Sánchez tiene que dejar de luchar en favor de la muerte y tiene que someterse al control del Senado, sin más meses de desobediencias. Y si triunfa la reforma, entonces sí, en el nuevo Estado 'asocial y autoritario' de derecho, ya podrá Pedro Sánchez promover la muerte (eutanasia, aborto...), la eliminación del Parlamento y, por supuesto, los derechos y libertades de los animales, incluido el derecho a cambiarse de ternero a ternera.

José Luis Gardón

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