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Editorial

Sánchez se entrega a Bildu

Sánchez entregó desde el principio su destino a una alianza funesta para España, y a ella va a seguir encomendándose, al precio que haga falta

Actualizada 08:22

Pedro Sánchez ha coronado su descrédito personal y la degradación del Estado sometiéndose, de forma vil y además inútil, a los caprichos y exigencias del separatismo vasco y catalán, que en estos días están visualizando junto a Podemos el inaceptable dominio que tienen sobre un Gobierno intervenido por ellos.

Que ante un supuesto caso de investigación legal del CNI a los insurgentes catalanes, condenados ya en muchos casos por delitos graves contra la Constitución, la respuesta de Sánchez sea disculparse, denigrar a los servicios de Inteligencia y abrir la caja de los secretos del Estado a todos los partidos antisistema; es gravísimo. Y resume la dependencia de este presidente, desde el primer momento, de los principales enemigos de España.

La humillación de Sánchez, que está dispuesto siempre a humillar a España para salvar su cargo, queda aún más en evidencia por la razonable posición de su ministra de Defensa, Margarita Robles, abandonada por su Gobierno y asediada por los tres partidos que tienen literalmente intervenida la Moncloa.

Ella ha puesto el punto necesario de dignidad y rigor al recordar, sin dar más detalles por razones obvias, que el CNI siempre actúa bajo el paraguas de la ley y al preguntarse, en el Congreso, si acaso no era lógico que el Estado se defendiera de quienes tratan de imponer una fractura del mismo.

El problema es que Sánchez, lejos de compartir y encabezar esa reflexión, la ha respondido en el sentido contrario al debido: en lugar de respetar y hacer respetar la ley; la ha utilizado para dejar impunes los delitos condenados por el Tribunal Supremo, aprobando unos indultos sonrojantes cuya letra pequeña lleva dos días desvelando El Debate.

Si el presidente libera a los golpistas, pues ése es el término correcto para definir su comportamiento, ¿cómo va a defender luego que se les investigue por razones elementales de seguridad nacional?

El 'Caso Pegasus', en el supuesto de que sea cierto, ha servido para ejemplificar de manera definitiva la intolerable subordinación del presidente a partidos y dirigentes a los que debería aislar. Y su disposición a entregarles lo que haga falta, al precio que sea menester, para mantener su posición.

Que en ese contexto el Gobierno pretendiera obtener del PP el respaldo a su mediocre «plan anticrisis» era insólito. Y que al final lo rechazara tras recibir el respaldo habitual de Bildu, una lección de la que debe tomar nota Feijóo: con este presidente, para desgracia de todos, es imposible acordar nada sensato y de país.

Porque Sánchez entregó desde el principio su destino a una alianza funesta para España, y a ella va a seguir encomendándose, al precio que haga falta: incluso al de incluir en el corazón de la Seguridad Nacional a un partido que tiene, en su dirección, al último jefe de ETA.

La oposición de ERC al «pacto anticrisis», claramente pactada con el partido abertzale en un reparto de papeles que garantiza su doble intervención del Gobierno sin renunciar a explotar el supuesto espionaje, resume la triste subordinación de Sánchez a ambos y a Podemos ya para el resto de la legislatura.

Llegados a este punto, donde se pisotea todo y se desechan pactos de Estado con una oposición tan razonable como la del nuevo presidente del PP, solo queda esperar a la convocatoria electoral en el calendario previsto: ni Sánchez va a buscar otras alternativas ni va a adelantar los comicios.

El drama es que, mientras, veremos aún más clara la sumisión del PSOE ante sus acreedores y con ello la degradación diaria de España y de sus instituciones.

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