Memoria del terror
es crucial que los jóvenes que hoy tienen entre quince y dieciocho años conozcan el sufrimiento que nos causó el terrorismo y la deuda que tenemos contraída con aquellos que defendieron con su vida nuestra patria
El pasado 29 de enero tuve ocasión de estar en Sevilla en el instituto San Isidoro, una institución ilustre, con más de 175 años de historia, por cuyas aulas han pasado desde premios Nobel como Severo Ochoa, hasta presidentes del Gobierno como Felipe González. El motivo de la visita, acompañar al presidente de la Fundación Villacisneros, Íñigo Gómez-Pineda, a la firma del convenio alcanzado con la Junta de Andalucía, a través de su Consejería de desarrollo educativo y formación profesional, para la promoción y el recuerdo de la memoria de las víctimas del terrorismo de ETA.
La Fundación Villacisneros, de la que soy director de proyectos, fue creada en 2007 con el objetivo de contribuir a que fueran atendidas las reclamaciones de las víctimas del terrorismo. Estas demandas, aunque conocidas, conviene recordarlas: Verdad, Memoria, Dignidad y Justicia. Pues bien, en el ámbito de la Justicia ofrecemos a los familiares de las víctimas asistencia legal para la reapertura de los sumarios en los que no se ha esclarecido la autoría del atentado –para nuestra vergüenza el 42 por ciento del total de todos los asesinatos cometidos por ETA– en definitiva, para intentar acabar con la impunidad. Nuestro último «éxito», haber sentado hace unos días en el banquillo de la Audiencia Nacional a los terroristas García Gaztelu y Gallastegui Sodupe por el asesinato del concejal del PP en Rentería Manuel Zamarreño.
En el apartado de la Dignidad intentamos evitar, recurriendo a los tribunales, los homenajes y demás actos de enaltecimiento a terroristas que desgraciadamente cada semana siguen realizándose en muchos pueblos del País Vasco y Navarra. Asimismo, organizamos conferencias y publicamos libros con la firme voluntad de atender a la Verdad que las víctimas merecen. Y ha sido precisamente la demanda de Memoria, unida a la sensibilidad de la consejera Patricia del Pozo y del presidente Moreno Bonilla, la que nos ha permitido visitar Sevilla para firmar un convenio especialmente necesario en estos momentos. De este modo, los alumnos de tercero y cuarto de la ESO, así como los de primero y segundo de Bachillerato, conocerán de primera mano el testimonio de distintas víctimas del terrorismo.
El último atentado de ETA en suelo español se produjo el 30 de julio de 2009 en Palma de Mallorca, resultaron asesinados los guardias civiles Diego Salvá y Carlos Saénz de Tejada. La siniestra historia terrorista de ETA finalizó el 17 de marzo de 2010 en París, siendo asesinado el policía Jean-Serge Nerin. Han pasado por tanto casi quince años desde que la sangre despareció de nuestras calles y la memoria, especialmente selectiva cuando los recuerdos no son agradables, se va diluyendo, o lo que es peor, deformando. Por eso es crucial que los jóvenes que hoy tienen entre quince y dieciocho años conozcan el sufrimiento que nos causó el terrorismo y la deuda que tenemos contraída con aquellos que defendieron con su vida nuestra patria, nuestra libertad y nuestro Estado de derecho.
Frente a los relatos interesados del nacionalismo vasco que explican el terror inventando un conflicto entre el País Vasco y España o el de aquellos otros que, blanqueándoles cada día por puro instinto de supervivencia, quieren convertir al brazo político de ETA en un partido progresista y democrático, es necesario que las víctimas cuenten la Verdad de lo ocurrido durante cincuenta años de terrorismo nacionalista. Es obligado conocerlo para honrar el sacrificio de las víctimas, evitar que se falsifique la historia y, sobre todo, para evitar que se repita.
- Carlos de Urquijo fue delegado del Gobierno en el País Vasco