Sánchez y sus cómplices
Sánchez ya es un cadáver político insepulto. A ver qué ocurre cuando los cómplices se den de bruces con la realidad
La habilidad para la supervivencia, como reconocieron Castelar y Cánovas, es una virtud política, pero el presidente republicano que inspiró la entrada de Pavía en el Congreso y el padre de la restauración borbónica pusieron como límite el bien de la Nación. Sánchez, habilidoso, no se ha detenido ante tal nimiedad. Ha rebasado todas las líneas rojas y ha sido históricamente el primer presidente de Gobierno en declarar, y sin que nadie le preguntase, que hay un muro entre «los suyos» y los demás españoles.
Buena parte del pueblo soberano culpa a Sánchez de la grave situación que atravesamos. En lo económico, en lo institucional, en la crisis de valores, en la radicalización de la vieja división entre españoles, en el asedio a la democracia y al Estado de derecho… Sánchez miente y en cada mitin repite que España va bien pero no le cree nadie; la gente sabe cómo le va la vida. Sánchez padece el síndrome de Moncloa y, además, es un tipo patológicamente insano, egocentrista de libro. No puede salir a la calle sin que le abucheen, y su soberbia se resiente. Pero de lo que padecemos, de las manipulaciones, las mentiras, las corrupciones, las inmoralidades, las bajezas, las entregas a los enemigos de España, no es Sánchez el único responsable. Tiene muchos cómplices.
Son cómplices quienes utilizan los órganos del Estado amoldándolos a los intereses de quien les nombra, sean ministros, altos funcionarios, cabezas de magistraturas e instituciones más o menos señeras, responsables de sondeos o estadísticas. Las instituciones las va okupando Sánchez. Es un pesebrismo útil y bien recompensado. Al cambiar de opinión y desdecirse es obvio que los nuevos sumisos mintieron antes o han mentido después.
Son también cómplices quienes han hecho posible su supervivencia política desde el mercadeo vergonzoso de apoyos parlamentarios a tanto el voto. No mira el bien de la nación sino su ombligo. Pienso en los independentistas de todo pelaje. Salvan in extremis lo que no interesa al conjunto de España sino a ellos. Y a él. Cuando no pudo garantizarse esos votos de la vergüenza, Sánchez decidió no presentar Presupuestos, incumpliendo la Constitución. Una cosa es que no salgan adelante y otra que no se presenten. Pero así Sánchez elude una vez más la verdad. Somos un Estado de la UE gobernado desde Waterloo por el prófugo Puigdemont, asesorado por el abogado chileno Boye, condenado a 14 años por implicación en el secuestro de Emiliano Revilla (cumplió 6), y acusado de blanqueo de capitales para un narcotraficante gallego. Boye aparece como supuesto beneficiado por la amnistía que él mismo proyectó. La amnistía es un caso claro de corrupción política.
Son también cómplices los diputados del PSOE. Sánchez hizo las listas. Convocó elecciones generales después de la derrota en las municipales para que no le movieran el partido. Todo el mundo lo sabe, pero ni caso. Casi todo está ya escrito. Leopoldo Calvo Sotelo fue presidente porque su antecesor, Adolfo Suárez (recordamos el decenio de su muerte), recibió el aviso de que no contaba con el apoyo suficiente de su grupo parlamentario. Si una parte de los diputados del PSOE hubiesen tenido coraje, hace tiempo que habría otro líder en Ferraz. Luego, en conversaciones privadas, esos diputados silentes y cobardes admiten el desastre. Se han enrocado hacia la nada. A ver qué hacen cuando caiga al suelo el muñeco.
Son también cómplices quienes desde ámbitos varios defienden lo indefendible y tuercen la verdad. No es de recibo apoyar machaconamente que Sánchez no miente cuando niega la crisis, ni lo es decir que denunciar las vías de agua en la economía y la política es de «antipatriotas», ni repetir que la oposición no arrima el hombro, olvidando las propuestas parlamentarias presentadas y tumbadas, ni reconocer la proclividad de Sánchez a gobernar por decreto en un porcentaje sin precedentes en todos los gobiernos anteriores. Hay columnistas y tertulianos que, no sorprendiéndonos, nos avergüenzan. Acaso el comentario político sea, junto al ejercicio de la política, donde se descubra más degradación en estos tiempos. Recibí un meme con un dibujo y la frase: «España es el país en el que se compran menos periódicos y más periodistas». Sin comentarios.
Son también cómplices quienes han mantenido y mantienen la respiración artificial de Sánchez. Con sus aplausos o sus silencios. Su supervivencia política es negativa para la nación. Recientemente hablé con un «histórico» exministro de González y se dolía de que Sánchez «va a dejar el PSOE inhabilitado para gobernar durante decenios, a los sindicatos desprestigiados y a la división de poderes maltrecha porque sólo le preocupa ganar tiempo». No para el bien de la nación sino para su precaria permanencia en Moncloa. Pero tampoco aquellos socialistas de referencia dicen públicamente ni pío, no movilizan nada, no muestran una alternativa. El PSOE ha vuelto a los enormes errores del radicalismo del 36.
Son también cómplices quienes, desde otros poderes del Estado, miran para otro lado. Este es el país de nunca jamás. Parecemos aceptar con normalidad cosas que no son democráticamente normales. El sectarismo condiciona y manipula la realidad. El Gobierno es errático y débil. No cree ni en sí mismo. Y el nivel de los ministros es penoso. Padecemos una sociedad egoísta y despistada. Por ejemplo, la sociedad catalana, la burguesía omnipresente, que nunca se quejó, a la que pertenecen muchos líderes independentistas con familias babosamente franquistas, no ha dado la cara. Los del 3 por ciento y los otros. Su periódico emblemático, recibida la Grandeza de España para el condado de Godó por decisión de Juan Carlos I, ya vemos cómo respira.
Unamos la complicidad del despiste de muchos votantes. Él no lo sabe, pero Sánchez ya es un cadáver político insepulto. A ver qué ocurre cuando los cómplices se den de bruces con la realidad. Las victorias tienen muchos padres y las derrotas ninguno.
- Juan Van-Halen es escritor. Académico correspondiente de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando.