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08 de julio de 2024

ignacio camuñas

PP y PSOE se reparten las cartas

Ni el PP ni el PSOE han creído verdaderamente en la separación de poderes ni en la independencia de la Justicia por muchas enfáticas proclamas que han venido manteniendo unos y otros sobre la cuestión

Actualizada 01:30

¡Y al final González Pons acabó cogiendo cariño a su amigo Bolaños! El reciente acuerdo alcanzado entre el PP y el PSOE para la renovación del Consejo General del Poder Judicial ha sido mayoritariamente elogiado por distintos medios de comunicación, preferentemente en la órbita de la derecha, tratando con ello de respaldar a Núñez Feijóo que ha decidido arriesgarse firmando un acuerdo muy discutible que solo el tiempo demostrará si ha sido útil y positivo. Hoy por hoy cabe más bien el beneficio de la duda.

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Lu Tolstova

Es menester reconocer que la situación de flagrante politización de la Justicia en nuestro país data ya de hace varias décadas. El principal responsable de lo ocurrido ha sido, sin duda, el Partido Socialista Obrero Español quien a través de la Ley Orgánica del Poder Judicial de 1985 infligió un duro golpe a la separación de poderes del que aún no nos hemos recuperado. Conviene recordar, a este respecto, lo manifestado entonces por el mismo vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, cuando se ufanó de lo que él denominó la muerte de Montesquieu. La separación de poderes quedaba pues seriamente lesionada. Pero el PP no está exento tampoco de responsabilidad al haber mantenido los términos de la reforma de 1985 aún y a pesar de haber contado por dos veces con una holgada mayoría para haberla podido revocar. Aznar y Rajoy deben compartir, por tanto, su cuota de responsabilidad a este respecto.

Es decir, en pocas palabras: Ni el PP ni el PSOE han creído verdaderamente en la separación de poderes ni en la independencia de la Justicia por muchas enfáticas proclamas que han venido manteniendo unos y otros sobre la cuestión. Solamente han alzado la voz cuando la situación no les ha favorecido y entonces han decidido actuar.

Habiéndose llegado a una situación insostenible, ambos partidos han montado una comedia de enredo para hacernos creer que esta vez la reforma va en serio, pero en realidad lo que ha sucedido es un nuevo «tongo» entre ambas formaciones políticas, ahora con la ocurrencia de que la Unión Europea haya actuado como árbitro de un combate en realidad amañado. Resulta preocupante, en este sentido, que tan solo un día después de conocerse el acuerdo, varios portavoces del PSOE han empezado a enredar y a poner en duda su real viabilidad.

El PSOE, no sin razón, venía reclamando desde hace un tiempo la renovación del Consejo General del Poder Judicial defendiendo que ahora les tocaba a ellos «mangonear» el Consejo como antes había hecho el propio PP en anteriores ocasiones. El Partido Popular, mientras tanto, ha estado mareando la perdiz para acabar finalmente negociando su parcial rendición, eso sí, bajo la órbita de un mediador europeo. Al final ambos personajes, Bolaños y González Pons, han encontrado una alambicada resolución para hacernos creer que a partir de ahora las cosas van a cambiar por fin del todo. Todo un monumental «paripé».

¡Qué daño, sin embargo, hemos causado a la reputación de España al tener que acudir a Bruselas para que nos saquen las castañas del fuego!

¿Podemos a estas alturas creer que ambos partidos están decididos a permitir que en España exista, por fin, una verdadera separación de poderes y una real independencia de la Justicia, estando como están, tanto uno como otro, pendientes de resolver asuntos de gran importancia para ambos, vinculados a casos de corrupción en los que aún se espera sentencia?

¿Está el PP en condiciones de hacer una verdadera oposición en España al PSOE cuando va a gobernar en Europa con los socialistas los próximos años?

Más bien como ya ha venido sucediendo en el pasado, el Partido Popular acabará aceptando los desaguisados del PSOE cuando le llegue su turno, sin hacer frente a los daños y destrozos causados por el disparatado gobierno que estamos sufriendo. Ahora bien, en el «tongo» que estamos denunciando resulta al fin y a la postre que hay un último ganador que es siempre el PSOE que es el que acaba haciendo prosperar las reformas emprendidas en sus distintos gobiernos sin que el PP llegue a revertir, como es habitual, la dañina legislación que va a heredar del PSOE.

El PP, si Vox no lo remedia, me temo que volverá a aceptar la nefasta herencia que nos dejará el PSOE limitándose, como de costumbre, a sanear las cuentas públicas sin afrontar, de una vez por todas, los muy serios problemas estructurales que padecemos. Así lo acredita su trayectoria actual en aquellas autonomías en las que goza de mayoría absoluta. Da igual que hablemos de la Ley de la Memoria Democrática como de la Agenda 2030 o del uso obligatorio del castellano en todo el territorio nacional o de la libertad de educación para que sean los padres quienes decidan el tipo de educación que quieren para sus hijos. Por no mencionar los horrores vinculados al aborto, la eutanasia y los postulados de la ideología de género. En todos estos temas, por desgracia, el PP no parece demostrar una real preocupación. Todo sea para honrar su carácter de partido de Estado que pretende ocupar la centralidad política a costa de traicionar los íntimos principios de buena parte de su electorado.

Esta es la triste realidad con la que nos encontramos y que algún día, ojalá que sea pronto, habrá que saber encauzar y superar.

  • Ignacio Camuñas Solís fue ministro para las Relaciones con las Cortes (1977-1979)
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