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TribunaGonzalo Ortiz

Fenómeno Milei

«No falla el cocinero, falla el menú» y Milei es el único que ofrece la posibilidad de recambio de unas políticas amortizadas

Actualizada 01:30

Los excelentes resultados obtenidos por Javier Milei en las primarias argentinas de agosto han sido una sorpresa para todos, y anticipan una victoria en las presidenciales de octubre de 2023. Al «ballotage» concurrirán además el candidato oficialista kirchnerista, Sergio Massa, que obtuvo un 20 por ciento de los votos, y Patricia Bulrich, oposicionista macrista de Juntos por el Cambio, que obtuvo un 17 por ciento. La Libertad Avanza de Milei obtuvo un 30 por ciento de los votos, muchos de ellos de jóvenes y en los barrios más populares. Según el antiguo vicepresidente Carlos Ruckauf: «Massa está condenado».

¿Cómo entender el fenómeno Milei en Argentina? ¿Se parece a Trump o acaso a Bolsonaro? ¿Es como dicen sus críticos un populista fascista capaz de enardecer a las masas como Hitler? Evidentemente para eso está la «casta» política, para desacreditar al recién llegado que pone en peligro sus privilegios. Por eso utilizan las descalificaciones fáciles, que sin embargo no se aplican al «fenómeno» Milei.

Milei no ha venido a ocupar la presidencia de un partido de los de siempre, pero sí ha sabido ocupar un espacio cada vez mayor en los canales de radio y televisión con un discurso razonado, de profesor de economía competente, que venera a Hayek («si los socialistas supieran de economía no serían socialistas»). Milei ha emprendido una labor pedagógica en los medios: «Lo mío es discutir ideas», es defensor del mercado y se define como «anarcoliberal».

Frente a los detractores del neoliberalismo explica las reglas de economía de mercado, capaz de asignar con eficiencia precios y salarios sin intervención pública. «A finales del siglo XIX y principios del XX, Argentina era el primer país del mundo en términos de renta per cápita y ahora es el 140 y bajando». Una enorme presión fiscal que desincentiva el ahorro y el déficit creciente presupuestario produce depreciaciones constantes de la moneda nacional, de la que el argentino huye despavorido.

Y podemos hacernos la pregunta de una de las novelas más famosas de Vargas Llosa: «¿Cuándo se jodió la Argentina, Zabalita?». Desde el populista Irigoyen hasta nuestros días el despilfarro público ha conducido a numerosos «default» y múltiples negociaciones con el FMI. Es una historia repetida: Argentina incapaz de hacer frente a sus obligaciones internacionales, devaluaciones masivas y volver a empezar. Pero siempre en una escala descendente y progresivamente más empobrecida.

Si prescindimos de Borges, y del Papa Bergoglio (y de Maradona y Messi), los hijos más famosos que ha producido este país en los últimos 100 años han sido Ernesto «Che» Guevara y Juan Domingo Perón. El primero murió en los años 60 en Bolivia tratando de exportar una revolución, que 60 años más tarde en Cuba es un rotundo fracaso. Perón, un militar que tenía simpatías por el fascismo, acabó por definir un sistema nuevo basado en tres pilares: «Forma de gobierno autoritaria, régimen corporativo con mucho peso de los sindicatos y aliado de las clases populares, y por fin una gran actividad publicitaria a la conquista del voto» (Carlos Granés). En el peronismo que mitificó a Evita, «lopezregano», «menemiano» o «kirchneriano» hay poco que conservar. Históricamente, registra casi el mismo fracaso que la revolución castrista.

Pero uno y otro perviven en la realidad latinoamericana actual con regímenes «progresistas» alineados con el Foro de Sao Paulo o el Grupo de Puebla. Y enfrente no hay líderes democráticos de altura capaces de hacer cambiar un rumbo que se ha demostrado equivocado. Los golpes de estado militares que tuvieron algún éxito económico carecieron de sustrato ideológico y de capacidad para permanecer, porque se basaban en el poder de la fuerza y restricciones a la libertad.

Lo que propone Milei es un cambio radical, para sacar del poder a los políticos corruptos de siempre obsesionados con seguir mandando y utilizando al pueblo como rehén de sus privilegios. «Los políticos argentinos de hoy son los mismos que hace 40 años, o sus hijos, nietos, amantes o apandillados».

Su partido, La Libertad Avanza, considera como principios básicos el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad y aspira a suprimir el Banco Central y muchos ministerios. «Basta ya de crear empleo público para los correligionarios» y ante las cámaras de televisión ha tenido la osadía de «tachar» buen número de ministerios y organismos que para él resultan innecesarios. Reconocido que el peso argentino no vale nada y no lo quiere nadie (debido al descontrol de la oferta monetaria por los desequilibrios presupuestarios), aboga por la dolarización.

Y se pregunta: «¿Merecen respeto unos políticos que durante 70 años han conducido a la Argentina al desastre, con un desempeño abominable durante la pandemia, un país expulsado de los sistemas Pisa de valoración educativa, que produce alimentos para 400 millones de seres humanos pero en el que muchos argentinos pasan hambre o tienen que renunciar al tradicional asado?»

«No falla el cocinero, falla el menú» y Milei es el único que ofrece la posibilidad de recambio de unas políticas amortizadas. El mensaje de Milei es profesional y optimista, «el liberalismo puede originar una mentalidad creativa y hacer cambiar las cosas». ¿Es Milei un solitario histérico de extrema derecha, un «asocial»? Los resultados de las últimas elecciones parecen confirmar que el político argentino es capaz de superar los terribles ataques personales que ha recibido del establishment, y afrontar con ventaja las presidenciales de final de año. Y como profesor de economía podría llevar a Argentina a las transformaciones radicales exigidas para recuperar la senda del crecimiento y de la estabilidad económica.

  • Gonzalo Ortiz es embajador de España
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