El orgullo de ser español en Cataluña
Este es un pueblo indómito que no se va a dejar domar por sus enemigos, aunque tengamos que empezar desde Covadonga de nuevo, lo lograremos
He borrado y empezado a escribir varias veces. Se hace difícil escribir sobre lo que estamos viviendo sin que la ira te domine por completo. Qué suerte que no vais a leer lo que he escrito y borrado, es de juzgado. Pues bien, en los años que llevo en España veía como el ciudadano medio tenía grandes conflictos para aceptar y decir con mucho orgullo «soy español», algunos hasta lo decían con la boca chiquita, y eso es terrible; lo negro legendario ha calado muy hondo en el subconsciente colectivo, pero estos días que llevo asistiendo a prácticamente todas las manifestaciones que se hacen contra la amnistía, y especialmente la de este pasado domingo, pude ver en la Cataluña de la educación del odio contra España, a muchísimos jóvenes gritando «viva España». Lo que sí me ha dado un poco de tristeza ver es como muchos, de forma presuntamente meditada, dejaron de gritar «¡viva El Rey!». Es como si algunos no comprendieran cuáles son la funciones del jefe del Estado, y le adjudicaran una especie de poder de caudillo que no tiene. Parece que nadie ha escuchado a su Majestad estos días, cuando se ha referido a él mismo como ser sometido a la Constitución, las Cortes y el pueblo español. Pero bueno, eso no me va impedir gritar «¡viva El Rey!».
Lo que vivimos el domingo 12 de noviembre de 2023 en Barcelona con dos kilómetros de calles llenas de ciudadanos, desde la plaza San Jaime, hasta la sede de la Delegación de Gobierno, fue increíblemente histórico. Y qué orgulloso estoy de mis compatriotas, ni un papel en suelo, ni tampoco ningún violento, su destino hubiese sido cruel bajo la muchedumbre cabreada. Una de las cosas que más me encantó fue pasar por la comisaria de la Policía Nacional en Vía Laietana, y todos, absolutamente todos, aplaudimos y gritamos: «¡Viva la policía nacional!» Por cierto, el irnos de la plaza San Jaime a la Delegación de Gobierno fue un acto espontáneo nada planificado, la prueba inequívoca de que el pueblo español es el que va a controlar el destino de su futuro, y que por mucho que traten de llevarnos al abismo, al final se impone la vieja hidalguía que vive en su ADN centenario.
Auguro un trasvase de ciudadanos al centroderecha, y otro a los conservadores de por vida, resulta que los suyos, los que presuntamente han defendido los derechos de los trabajadores, y los más necesitados, han apostado de forma enfermiza por una ley que es contraria a cualquier principio de igualdad, esa que tanto cacarea la izquierda patria. Pero yo siempre lo he dicho, confío profundamente en las capacidades del pueblo español, y no es la primera vez que la muerte ronda a esta nación. Una de las cosas grandes de lo que se viene, es que toda España va a mirar a Cataluña para aprender sobre cómo se resiste ante los embates del autoritarismo, ahora el concepto constitucionalista será un concepto nacional, porque los que están tratando de destruir la España del 78 son contrarios a la carta Magna.
¿Y qué es lo que va a salvar España?
Por un lado el encomiable trabajo del mundo asociativo, jurídico y político, y por supuesto la ciudadanía sin descanso en la calle, y por otro lado, es absolutamente necesaria una caída de Tenochtitlan moderna, y ahí jugamos un gran e importante papel los hispanoamericanos, tal como Hernán Cortés hizo una alianza pragmática y programática con aquellos pueblos oprimidos por el poder mexica, los mexica de nuestro tiempo, el PSOE junto sus aliados, han comenzado sus paganos sacrificios al sol, y le sacarán el corazón a mujeres, hombres, ancianos y niños, y créanme cuando les digo que la persecución será encarnizada y feroz contra aquellos que se opongan a este reino de Mordor del terror que pretenden imponer. Es absolutamente necesaria la compresión por parte de la clase política, tal como ocurrió en el pasado, donde se entendió lo troncal de la existencia de Moctezuma y Atahualpa. Ahora hacen falta unos Moctezumas y Atahualpas del siglo XXI, sin ellos la fuerza de los hispanoamericanos se desperdiciará y esa una fuerza muy necesaria. Es nuestro deber como hace quinientos años, salvaguardar la vida y la convivencia, estos enfermos paganos del nacional regionalismo están a punto de hacer realidad su sueño de intentar destruir España, lo curioso de ese delirio es que no saben que eso no va a pasar. Cuando muchos de ellos llegaron a este mundo ya España existía, y seguirá existiendo después de ellos. Mientras tanto yo seguiré en la calle manifestándome, firmando manifiestos y haciendo todo lo posible, para luego no arrepentirme de no haber hecho nada, y ver cómo todo se desmorona. Pero insisto, este es un pueblo indómito que no se va a dejar domar por sus enemigos, aunque tengamos que empezar desde Covadonga de nuevo, lo lograremos.
¡Viva el Rey!
¡Viva la Constitución del 78!
- Sayde Chaling-Chong García es periodista hispano-cubano