La muerte dulce
A lo mejor resulta que la sociedad vasca tampoco estaba tan en contra de ETA y de sus ideales, de su racismo Rh- y su pufo económico para con el resto de España
Llaman los expertos a la muerte por inhalación de monóxido de carbono (un gas) la muerte dulce, porque al parecer las personas nos vamos quedando dormidas sin sensación de ahogo ni de asfixia en una placidez agradable. Puestos a morir parecería que esta sería de las formas más civilizadas, casi podríamos llamarla democrática.
Por eso a veces cuando veo cómo va España me asalta esa misma sensación (¿no estaremos muriendo sin darnos cuenta?). Bildu es el ganador moral de las elecciones en el país vasco, titulan muchos diarios. Sí, pero ¿de qué moral estamos hablando? Me comentaba una amiga hace pocos días que podía entender que la radio, la televisión y todos los aparatos del poder vasco hubieran trabajado para blanquear a Bildu durante estos años, pero ¿y las familias, y los padres y las madres vascos, y los tíos y los abuelos, y la Iglesia, y…? A lo mejor resulta que la sociedad vasca tampoco estaba tan en contra de ETA y de sus ideales, de su racismo Rh- y su pufo económico para con el resto de España, a lo mejor…había quien mecía el árbol y quien recogía las nueces. La sociedad vasca será todo lo democrática que quiera creerse, pero con las últimas elecciones ha demostrado que es una democracia como la de Alemania en 1933.
Obviamente está lejos de ser este el único problema que tiene España. Este fin de semana, como cada fin de semana en cuanto hace buen tiempo, habrán llegado otras docenas de pateras a las costas de Canarias y Andalucía, trayendo el islam en ellas para gusto y regocijo de los dirigentes supremos de los distintos partidos nacionales PP, PSOE, SUMAR, Ezquerra, etc. y por supuesto de la Unión Europea. ¿Por qué? Nadie lo sabe, pero nuestros políticos parecen empeñados en destruirnos nacionalmente y por supuesto con nuestro dinero. (Por cierto, qué papelón está haciendo la jerarquía católica en esto de la inmigración en todas partes del mundo, desde Chile hasta EEUU y desde España hasta India, con los jesuitas del papa Francisco a la cabeza).
Mientras esto ocurre Macron, lo más parecido a un espíritu maligno que gobierna en la UE, ha conseguido que el parlamento de su país, por mayoría absoluta, blinde el crimen del aborto como un derecho de la mujer (así pues, el asesinato femenino de niños se considera un derecho en la muy avanzada y civilizada Francia) y está a punto de lograr que el Parlamento Europeo haga lo mismo. Se ve que el extinguirnos físicamente no basta con que sea una política de estado, ha de ser una obligación internacional (la estupidez de quien no lo vea, simplemente observando los datos del envejecimiento de la población, debe de rondar lo estudiable).
Pero mientras todo esto pasa, mientras el gobierno del PSOE es capaz de desmantelar grupos de especialistas de la guardia civil dedicados a combatir el narcotráfico en plena guerra del narco, mientras en presidente del gobierno pacta leyes a la medida de los delitos de los delincuentes para exonerarles solo porque necesita sus votos para seguir siendo presidente (es difícil ver un caso de corrupción mayor en la historia de las democracias europeas), mientras el propio concepto de familia se hunde y la inflación se come los salarios al tiempo que la gente ya no puede acceder a la vivienda, todo parece que sigue igual. Mañana los noticieros, sean de la radio o de la televisión (al menos las que no estén controladas por el gobierno) clamarán contra lo que nos pasa, solo para olvidarlo pasado mañana por una sociedad que no tiene los mecanismos para revertirlo (¿y a esto llamáis democracia?) y así, entre videojuegos, cenas con amigos, tinder y viajes a Marruecos o Indonesia vamos pasando los días que certifican poco a poco la muerte de eso que una vez se llamó Europa y se llamó España. Para todo el que no quiere verlo una muerte dulce.
Jacobo Negueruela Profesor Colaborador Doctor Departamento de Humanidades de la
Universidad CEU Cardenal Herrera