Entrevista al director de ACN España
Javier Menéndez Ros: «Europa vive un laicismo sumamente agresivo, molesta la cruz»
Con motivo de la presentación de la campaña de Navidad Que haya sitio en tu posada, donde desde Ayuda a la Iglesia Necesitada piden colaborar para nuestros hermanos en la fe, conversamos con Menéndez Ros, director de AIN
La fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) ha reclamado ayuda a los feligreses españoles para los más de 82.000 religiosos y laicos que trabajan con comunidades de cinco continentes.
Con motivo de la campaña de Navidad Que haya sitio en tu posada, repasamos con el director en España de ACN, Javier Menéndez Ros, los principales asuntos que atañen a los cristianos perseguidos en el mundo.
–¿Consideráis que los cristianos corren un mayor peligro cada año?
–El informe de libertad religiosa lo publicamos cada dos años y en los últimos quince podemos decir que la situación es mucho peor para los cristianos y, en general, también para la libertad religiosa. Son nada menos que 640 millones de cristianos que viven en países donde no hay libertad, convirtiéndose así en el credo, hoy por hoy, más perseguido.
–Samuel P. Huntington, en su obra Choque de civilizaciones, hablaba hace tres décadas de que la tensión político-social en el ámbito internacional vendría dada por el encuentro de religiones con visiones antagonistas de lo que es la persona. ¿Vosotros apreciáis esto desde AIN?
–Sí, así es. Evidentemente hay una intencionalidad sociopolítica y religiosa por parte de una serie de movimientos internacionales que tienen una forma de entender la vida que se fundamenta en la intolerancia hacia el que no piensa como yo, hacia el que tiene otra religión diferente a la mía. Esto lo estamos viendo, por ejemplo, en la India, donde el nacionalismo étnico, religioso y político que se lleva a cabo desde el mismo gobierno, está siendo excluyente de todas las demás realidades que habitan en un país de más de 1.200 millones de personas. Ocurre también, de forma cruel, en África, con aquellos que entienden el Islam como una vía para la yihad, como una guerra santa contra el infiel. Hay países como Mozambique que están en una situación dramática, con unos niveles de violencia, de aprovechamiento de la pobreza, del paro, del descontento juvenil, de la corrupción política y de muchas otras causas, inadmisible y todo para imponer una agenda de intolerancia hacia el otro donde se mezcla todo.
–Al hilo de lo que comenta en la India, hace unos días publicábamos en El Debate el ataque a una escuela católica en la diócesis de Sagra por parte de hinduistas radicales. ¿Apreciáis un recrudecimiento de la violencia hacia los cristianos en este país?
–Sí, y además de una forma brutal. En Occidente, al hablar de la India, parece que tenemos una visión relajante de ellos, donde todo es bueno, donde la paz existe. Como en muchos países, hay cosas muy buenas y hay gente fantástica, gente entregada a los demás. Pero lo que es cierto es que hay un movimiento sociopolítico, ahora encarnado en el partido político que está en el poder, un partido nacionalista muy radical, muy excluyente, que está haciendo que la vida sea absolutamente imposible y se discrimine y persiga a cualquier otro credo. En la mayor parte de los estados de la India la conversión de un hindú a otra religión se está persiguiendo y atacando de forma manifiesta y aquí, en Europa, esto no se sabe.
–Sin embargo, parece que en ese contexto de violencia las vocaciones están floreciendo en Asia o en África. ¿Cree que los dos fenómenos están relacionados? ¿El de la persecución y que las personas confirmen su fe a través del sacerdocio o la vida religiosa?
Sí, sin duda alguna. Cuanto más castigada está la fe, más vocaciones surgen. Porque además, en lugares como Siria, la zona del Sahel o India, con unos índices de violencia brutal, adquiere mucho significado el que nosotros, los cristianos, no combatamos el odio o el terror empuñando un arma. Lo combatimos perdonando y con amor, y eso transforma a muchísimas personas. En el estado de Orissa, en la India, al sur de Calcuta, que hace años era el blanco de multitud de ataques brutales por parte de extremistas hindúes, produciendo más de cien asesinatos, quema de iglesias y barbaridades tremendas, yo tuve la suerte de visitarlo y estar con su obispo, que me decía en aquellos momentos: «Mira, somos la diócesis de toda Asia con más vocaciones religiosas». Y esto es significativo: a mayor persecución, mayores frutos de conversión y perdón. Y eso es una maravilla, porque quiere decir que nuestra fe se está `imponiendo´ de la forma en la que tiene que imponerse: a través de la paz.
–Hace unos días la OIDAC señalaba que los delitos de odio hacia los cristianos en Europa había aumentado un 70 %. ¿La cultura de la cancelación tiene que ver algo con esto?
–Absolutamente. La prueba es la quema brutal de iglesias en Francia, de las que apenas nos hemos hecho eco. Eso y las profanaciones... Son ataques a símbolos cristianos, al igual que las supuestas obras de arte que sin decoro alguno, vulneran el respeto a diferentes credos, especialmente al cristianismo. Es una absoluta realidad. Y todo ello responde a un laicismo que no se conforma con ser un sismo teórico, sino que es un laicismo sumamente agresivo, donde parece que molesta el hecho religioso, que molesta la cruz, que molesta una imagen de la Virgen María, que molesta ver a un sacerdote vestido de sacerdote o a una religiosa. Y lo más triste es que muchas veces se ataca a los más sagrado bajo la campana de la libertad de expresión. Esto a mí me parece intolerable.
–¿Qué pretendéis con esta campaña? ¿Qué nos falta a la sociedad española para entender lo complejo que supone ser cristiano en el mundo de hoy?
–Desde mi punto de vista, nos falta una bofetada de realidad, de que nos demos cuenta de la realidad de tantísimas personas en el mundo que no tienen ni la mitad, ni un tercio, de lo que tenemos nosotros. Comodidades, regalos de Dios, la fe… Hay que caer en la cuenta de que tenemos nuestros hermanos cristianos, que sobreviven en situaciones absolutamente insostenibles por diferentes circunstancias, que se juegan la vida por ser cristianos. Son auténticos mártires. Ya no hay que mirar a los mártires del Imperio Romano, que se los comían los leones, Ahora se los están comiendo otros hombres. Por eso, con esta campaña queremos apoyar a los cerca de 82.000 sacerdotes, religiosos y laicos, que son los auténticos pilares que, por todo el mundo, están sosteniendo esta Iglesia necesitada y perseguida.