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La vacunación es, según el Papa Francisco, «un acto de amor»Pexels

Un niño pierde a un padre o cuidador cada 12 segundos por la COVID-19, según un estudio de la Santa Sede

Desde el Vaticano piden mantener las aulas abiertas el mayor tiempo posible, atender a las consecuencias psicológicas en los más jóvenes y provocar un reparto más equitativo de las vacunas en los países pobres

la Pontificia Academia para la Vida (PAV) y la Comisión Vaticana COVID-19 ha publicado sendos documentos sobre los malestares y patologías provocadas por la pandemia en niños y adolescentes. 

Vacunarse es «un acto de amor». Lo había dicho el Papa Francisco exhortando a una campaña de vacunación seria e igualitaria, especialmente para las poblaciones más pobres, y ahora lo reitera la Santa Sede, mientras se llevan a cabo campañas de vacunación, incluso para los niños, en todo el mundo. En un breve comunicado, la Santa Sede reafirma «la posición favorable» a las vacunas para frenar el virus. 

«El Santo Padre ha definido la vacunación como un acto de amor, ya que tiene como objetivo proteger a las personas contra la COVID-19. Además, recientemente reiteró la necesidad de que la comunidad internacional intensifique aún más los esfuerzos de cooperación, para que todos tengan acceso rápido a las vacunas, no por conveniencia, sino por justicia», se puede leer en el comunicado. 

Una «pandemia paralela»

Los dos textos publicados por la Pontificia Academia para la Vida (PAV) y la Comisión Vaticana COVID-19 centran su atención en esa «pandemia paralela» que ha golpeado a los más jóvenes, obligados a modificar sus hábitos y estilos de vida de forma sobrevenida y sin tiempo para prepararse psicológicamente para tantos cambios en su realidad. Hablan de traumas, estrés, duelos familiares y de situaciones de abuso durante el confinamiento, al igual que el correspondiente retroceso escolar, los problemas relacionales y la importancia de trabajar en soluciones que ayuden a aliviar esta situación. 

Para la Santa Sede, un paso fundamental es que se lleve a cabo una distribución  justa y responsable de la vacuna. «Los efectos nocivos del virus en los niños pueden mitigarse por completo solo si se limita la propagación de COVID-19. Vacunarse es un acto de amor, amor a uno mismo, amor a la familia y amigos, amor a todos los pueblos».

Un niño pierde a un padre o cuidador cada 12 segundos por coronavirus

Infancia y COVID-19

En el estudio Infancia y COVID-19. Las víctimas más vulnerables de la pandemia , emitido por la Comisión, se insta a los gobiernos a financiar la asistencia psicosocial de los niños que han perdido a sus familiares por el coronavirus, al tiempo que piden a todas las diócesis del mundo que redoblen los esfuerzos ante el avance de la pandemia. El informe recaba algunos datos sobre el impacto de la enfermedad y sus variantes en los niños. Por ejemplo, se recoge que hasta el 30 de septiembre de 2021, más de 5 millones de niños perdieron al menos uno de sus padres, abuelos o cuidadores debido al coronavirus, lo que significa que un niño pierde a un padre o cuidador cada 12 segundos por esta enfermedad en el mundo.

También ponen cifras a la creciente inseguridad alimentaria que está perjudicando a un gran número de infantes. «En el 2020, los 6-7 millones de nuevos casos de desnutrición aguda en niños menores de cinco años provocaron la muerte de unos 10 000 niños al mes, el 80 % de ellos en el África subsahariana y el sur de Asia», señalan.

Escuelas abiertas 

Paralelamente, la Academia de la Vida, con el título Niños y adolescentes en el tiempo de COVID-19, ha llamado en su documento a «abrir lo más posible las escuelas».

Este texto aborda esta cuestión desde la decisión de cerrar las escuelas, hecha de diferentes formas y en diferentes momentos en el mundo, e indicada por la comunidad científica ante la necesidad de evitar la propagación del virus. Una experiencia eficaz para controlar la infección y aplanar la curva de contagio, pero que, por otro lado, también ha provocado graves efectos. Por ello, la Academia de la Vida pide que «en el futuro sólo se considere –el cierre de las aulas– como última alternativa a adoptar en casos extremos y sólo después de experimentar otras medidas de control de la epidemia, como una disposición diferente de las aulas y locales, de los medios de transporte y de toda la organización de la vida escolar y sus horarios». 

A su vez, la PAV ha insistido en cómo la pandemia ha puesto de manifiesto «los límites de muchas experiencias familiares y los contextos de vida y vivienda en los que están inmersas». Así destacan que la violencia doméstica directa o pasiva (también debida al estrés económico de las familias) ha ido en aumento de forma exponencial en los países estudiados.  

Finalmente, el documento facilitado por la PAV alerta de que el cierre de los colegios «aumentó la adicción a Internet, los videojuegos o la televisión». Por ello, inciden en la graves consecuencias que ha tenido la restricción del juego al aire libre. «Cuando se restringen las experiencias de juego y exploración, prevalece la sobreestimulación de las áreas que expresan tristeza y miedo, lo que provoca efectos negativos en el desarrollo del niño», concluye el estudio.