Banquetes celestiales y su retrato fílmico: cuatro propuestas imprescindibles para estas navidades
Entre los cristianos, el acontecimiento de la Encarnación se celebra con dos banquetes: la cena de Nochebuena y la comida de Navidad. Recogemos el eco cinematográfico de estos dos grandes eventos
En la historia del hombre el banquete siempre ha tenido una dimensión religiosa. Los banquetes han sido la ocasión de celebrar los grandes misterios de la vida, y el mismo Dios se hace presente en el banquete nupcial por excelencia que es la Eucaristía. Jesús hizo su primer milagro público durante un banquete de bodas en Caná de Galilea. Entre los cristianos, el acontecimiento de la Encarnación se celebra con dos banquetes: la cena de Nochebuena y la comida de Navidad. El Domingo de Pascua de Resurrección también se conmemora con una comida especial. Este valor sacramental del banquete ha sido recreado en el cine muchas veces, alcanzando en algunos casos una fuerza icónica inolvidable. En estos días navideños vamos a recordar alguna de estas memorables celebraciones alrededor de la mesa.
'El festín de Babette'
Parece universalmente aceptado que El festín de Babette (Gabriel Axel, 1987) es la película cuyo banquete ofrece más niveles de lectura y riqueza simbólica. Pero además es una de las películas que mejor representa el significado de la Gracia cristiana de la historia del cine. Ambientada en las postrimerías de la Revolución francesa, una parisina exiliada en Dinamarca se gasta todo el dinero que ha ganado en la lotería –su único capital– en un banquete que quiere ofrecer a las ancianas que le han acogido en su casa. Ella es católica, y no encuentra mejor forma de expresar su agradecimiento que poner todo su saber como cocinera al servicio de una celebración de la vida en forma de banquete. Pero las ancianas pertenecen a una comunidad calvinista de lo más rigurosa, y un festín de esa naturaleza les parece pecaminoso. El desenlace de esa cena es todo un tratado teológico sobre la Gracia, la cual puede cambiar cualquier corazón, sin exigir condiciones previas. El gozo del banquete va disolviendo los prejuicios y las resistencias de los comensales puritanos, que al final se entregan a la verdad de lo que está sucediendo. En ese contexto, el discurso del general francés, uno de los invitados, expresa poéticamente el milagro de Gracia que está aconteciendo. Una película muy especial para volverla a ver en Navidad.
'Fanny y Alexander'
Es muy interesante establecer una comparación entre ese banquete y ese discurso con los que encontramos en Fanny y Alexander (Ingmar Bergman, 1982). En este film testamento de Bergman hay diversos banquetes, incluso navideños, que son un regalo para los sentidos. Pero vamos a fijarnos en el epílogo de la película. Todas las angustias y conflictos parecen haberse resuelto satisfactoriamente, y se está celebrando una gran comida con motivo del bautizo de dos pequeñas de la familia. Entonces, Gustav Adolf, el padre de las criaturas, hace un discurso solemne. La primera parte está llena pesimismo existencial, y propone un buenista carpe diem como antídoto al miedo que provocan el mal y la muerte. Sin embargo, en un último destello de esperanza, al acabar su discurso, el personaje se acerca a las recién nacidas y les dice que ojalá ellas demuestren en su vida que todo lo que ha dicho es falso. No obstante, toda la luz que despide El festín de Babette, aquí se eclipsa por el escepticismo pesimista y desencantado de Bergman.
'De Dioses y hombres'
En el cine más actual encontramos un ejemplo magnífico de una cena que representa tanto la vida como la muerte. Una cena que muestra una analogía contundente con la Última Cena del Señor. Hablamos de De dioses y hombres (Xavier Beauvois, 2010). Basada en el martirio real que sufrieron los monjes de Tibirine a manos de terroristas islámicos, en la película hay una secuencia en la que los monjes se sientan a cenar sabiendo que en cualquier momento van a llegar los terroristas. Saben que es su última cena, aunque ninguno lo expresa en voz alta. Uno de los monjes pone música, El lago de los cisnes, y les sirve vino. La cámara recorre los rostros de todos, rostros que van pasando del miedo y la tristeza por su inminente trance a la alegría de la también inminente resurrección. Una escena antológica que pone los pelos de punta.
'El séptimo sello'
Queremos terminar con algo que no se puede calificar como «banquete». Nos referimos a una escena clave de El séptimo sello (Ingmar Bergman, 1957). El caballero Antonius Blovk vuelve de las Cruzadas buscando un sentido a su vida. Y no lo encuentra. Pero una tarde, los bondadosos comediantes le invitan a compartir con ellos fresas con leche, y en ese crepúsculo campestre, acompañado de buenos amigos, Blovk intuye el destino bueno de la vida, experimenta por primera vez una correspondencia con los deseos de su corazón. En ese frugal «banquete» el luterano Bergman se acercó como nunca a la propuesta del catolicismo.