Jornada de Infancia Misionera
El `Domund de los niños´ pide a los españoles volcarse contra la «infancia robada» en Venezuela
Este domingo los niños españoles tienen una cita con la Jornada de Infancia Misionera. El fin es ayudar a los misiones en su trabajo, especialmente con los miles de menores refugiados venezolanos
«Infancia Misionera no es una ONG que hace cosas bonitas para niños, es la herramienta de la Iglesia para que los territorios de misión cuenten con medios para atender a los niños en las misiones», ha explicado José María Calderón, director de Obras Misionales Pontificias (OMP) en España, institución organizadora de la Jornada. Esta iniciativa, nacida en 1843, fue pionera en la defensa de los niños: se adelantó 80 años a la Declaración de Ginebra de los Derechos del Niño. Como ha comentado Calderón durante la rueda de prensa a propósito de esta Jornada, «la Iglesia va por delante, la atención a los niños ha sido siempre muy importante».
El director de OMP explicaba que gracias a los fondos recaudados por Infancia Misionera –en su mayoría procedentes de donativos de niños–, se pueden desarrollar proyectos de evangelización, educación y salud dirigidos a los más pequeños y sus madres, para que puedan dar a luz, ayudarles a crecer con dignidad, comer, estudiar… Desde España, Infancia Misionera envió en 2021 cerca de dos millones de euros que llegaron a más de 300.000 niños en 34 países. «Para muchos niños, el único sitio donde encuentran un hogar es la Iglesia», afirmaba.
Infancias robadas
La misionera Sofía Quintans contaba, tal y como recogían desde OMP, cómo la Iglesia acompaña a los refugiados venezolanos que llegan a Brasil, muchos de ellos niños. Esta Franciscana Misionera de la Madre del Divino Pastor lleva tres años en Boa Vista, en la Operación Acogida que responde a la emergencia humanitaria. En coordinación con el Estado, la ONU y otros agentes sociales no gubernamentales, la Iglesia católica acompaña a estas personas en los campos de refugiados, conocidos como «abrigos». Solamente en Boa Vista hay 13 de estos campos con 700-1.000 personas cada uno.
En ellos acogen de forma temporal a los refugiados para que puedan insertarse en la vida normal. «Los venezolanos traen una mochila cargada de muchísimo sufrimiento», ha explicado la misionera, quien hacía especial hincapié en el desconsuelo de los niños. «Les pesa mucho la situación de estrés de sus padres, son esponjas». Quintans ha explicado que estos niños viven «infancias robadas», y que «quieren jugar pero no pueden». Por ello, se intenta crear para ellos espacios seguros para que puedan seguir haciendo lo de cualquier niño: jugar y aprender.
«Dios no se olvida de nadie»
Las cosas no son fáciles. La misionera ha contado la historia de Michelle, una niña que quería estudiar, pero no podía porque tenía que trabajar en un semáforo. Sin embargo, también hay esperanza: Iscar, una niña que llegó sola con 16 años, ha podido graduarse para empezar una nueva vida y perdonar a su hermano que la maltrataba. «Para nosotros no son un número, el ser humano está en el centro, Dios no se olvida de nadie».
A la trata de niños, robo de bebés para trasplantes de órganos, explotación sexual; ahora se ha sumado la pandemia. Tras el cierre de fronteras por la COVID-19, los venezolanos siguieron pasando de forma ilegal, agravando las situaciones de injusticia, tal y como denunciaba Cáritas hace tan solo unas semanas, y es muy difícil poder documentarles y acogerles. Sin embargo, tal como ha explicado la misionera, el coronavirus en sí es un problema más. «La gente llega con tuberculosis, desnutrida…Hay tantas situaciones que la COVID es algo más, tengo más miedo a otras cosas».
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Fomentar la «hucha del compartir»
Los niños españoles tienen este domingo una cita con Infancia Misionera, denominado desde OMP, como «el Domund de los niños». Los más pequeños están invitados a colorear y montar una «hucha del compartir», en la que pondrán sus pequeños donativos para los niños en las misiones. Estas huchas se entregarán en las celebraciones eucarísticas este domingo, en el colegio, o en las delegaciones de misiones.
Los adultos, como no puede ser de otra forma, también están llamados a colaborar en esta obra que espera que los misioneros puedan disponer de los medios necesarios para seguir adelante con su trabajo en favor de los niños; manteniendo las escuelas en los lugares más remotos, creando orfanatos, atendiendo a las cuestiones sanitarias y, sobre todo, tal y como dicen desde OMP, para «poder seguir dando luz entre los más pequeños».