J.M. Calderón, director de OMP en el Domund: «Se ha sustituido el bien común por el estado de bienestar»
En el Domingo Mundial de las Misiones, conversamos con su máximo responsable, el director de las Obras Misionales Pontificias en nuestro país. «La Iglesia se hace cargo de la infancia en muchísimos países»
El 37 % de la Iglesia universal es territorio de misión. Esto supone que más de un tercio de los misioneros están en lugares donde el catolicismo es una minoría o no es el credo principal. A día de hoy, 10.893 misioneros españoles, de los cuales el 54 % son mujeres, están en 135 países del mundo con el fin de llevar la Buena Nueva.
Cada año, las iglesias más necesitadas del mundo, 1.116 territorios de misión, se dirigen a OMP para presentar sus necesidades. Desde el Fondo Universal de Solidaridad, se reparten las ayudas garantizando una distribución equitativa y justa.
Gracias al Domund (Domingo Mundial de las Misiones), la labor en la propagación de la fe, el fomento de las vocaciones nativas, la formación misionera y el cuidado de la infancia en territorios de misión es posible gracias a la generosidad y caridad de todos los españoles, que solamente en 2019 se consiguieron recaudar más de 10,5 millones euros para atender todas estas necesidades. Curiosamente, a pesar de la pandemia y el cierre de los templos, las aportaciones no decrecieron.
Conversamos desde la sede de OMP España, de quien depende la organización de este día mundial en nuestro país, para conversar con su director, el sacerdote José María Calderón.
¿Qué es el DOMUND?
En los últimos 25 años, la evolución de los territorios de misión y la labor evangelizadora no ha dejado de crecer. Se han constituido 179 nuevos territorios de misión, hay 1.251.628 bautizados más, se han desarrollado 26.898 instituciones sociales al servicio de los misionados y 119.200 escuelas y centro de formación en los lugares más recónditos del mundo para ayudar al crecimiento integral de los jóvenes.
Le preguntamos al director de OMP España si se está experimentando un auge del espíritu misionero, sobre todo entre familias católicas.
¿Somos todos apóstoles llamado a la misión?
Por encargo del Papa, las Obras Misionales Pontificias, tienen el deber de ofrecer un constante apoyo espiritual y material a estas iglesias nacientes. Bajo el paraguas de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, cuyo prefecto es el cardenal Tagle, se acometen con los fondos recaudados el día a día de los territorios de misión, divididos entre África (68,45 %), América (17,69 %), Asia (7,85 %) y Oceanía (6,01 %).
En estos lugares, se suceden historias de conversión, de bondad, de humanidad. José María Calderón nos cuenta su testimonio en Etiopía durante el periodo de hambruna.
Una historia para el recuerdo
El discernimiento y el acompañamiento de aquellos que quieren ir a la misión es clave no solamente en nuestro país sino también para apoyar las vocaciones nativas. Como bien recogía en su Anuario estadístico de la Iglesia, el Vaticano confirmó que en la actualidad hay 1.340 millones de fieles en todo el mundo, una cifra que creció en todos los continentes, salvo Europa.
Cada vez es más habitual, incluso en nuestras diócesis, ver rasgos de otros países en sacerdotes, religiosos y consagradas. Realidades como el Carmelo Descalzo, donde la mayoría de frailes y monjas ya cuentan con rasgos asiáticos, habla del cambio de eje en el proceso vocacional, lo que reafirma una Iglesia más plural y rica, que asienta la labor de los territorios de misión.
Si perdemos el sentido de Dios, es muy fácil deshumanizarse
Sin embargo, le preguntamos a Calderón por lo que nos falta en Europa. «Lo que nos falta es el amor a Dios, enamorarnos de Jesucristo. Es imposible haber conocido a Jesucristo y no enamorarte de él. Si estás con Él, tú no puedes encerrarte en ti mismo. Tienes que abrir las puertas de tu corazón a todo el mundo, no puedes ser indiferente al que está cerca de ti o lejos. Porque si asumimos la paternidad de Dios, no puedo olvidarme de que tengo un montón de hermanos y hermanas que están en África, en Asia, en América, que son también hijos de Dios. Son parte de mi familia».
A juicio del director de OMP España, «cuando uno pierde el sentido de Dios también termina perdiendo el sentido del prójimo. A cualquiera que le preguntes te dirá que le parece bien el estado de bienestar y que tenemos que buscarlo. Pues no. No hay que buscar estado bienestar, hay que buscar el bien común, porque se ha sustituido el bien común por el que yo esté bien. Si perdemos el sentido de Dios, es muy fácil deshumanizarse».