Entrevista al arzobispo de Toledo
Francisco Cerro: «Hay una religiosidad popular pero necesitamos que haya más formación y espiritualidad»
A propósito de la vista del último grupo de obispos españoles al Papa Francisco en Roma, tenemos la ocasión de hablar con el arzobispo de Toledo sobre los retos de la archidiócesis para el presente curso
El arzobispo de Toledo, Francisco Cerro, ha participado esta semana en la Visita Ad Limina en Roma. Allí ha podido hablar con el Papa y la Curia de la pastoral familiar de la diócesis, con una gran vitalidad, con iniciativas para personas separadas y divorciadas o para mujeres maltratadas. Firme partidario de fomentar la religiosidad popular, en un Toledo que tiene en el Corpus su joya de la corona, también está orgulloso de la gran devoción a Guadalupe, muy viva a pesar de la pandemia, con numerosas peregrinaciones que ayudan a la conversión. De su encuentro con el Papa asegura que le preocupa la crispación que hay en España.
–Se cumplen ahora dos años de su vuelta a Toledo, donde estuvo en los años 80 como estudiante. ¿Qué ha cambiado en la archidiócesis?
–He notado que la religiosidad de la ciudad y de la archidiócesis ha cambiado. Ha cambiado aunque siga habiendo un seminario con mucha vida. Las redes juveniles siguen estando fuertes, el apostolado seglar, los laicos... Pero sí que es verdad que se nota un cambio grande después de treinta años. Aún así, la Iglesia sigue manteniendo su presencia y yo creo que es una presencia que tiene vida. Sigue habiendo muchas realidades que hacen de Toledo un referente.
–Con el Papa, esta semana han hablado de Evangelización. ¿Hay alguna iniciativa que funcione especialmente en Toledo?
–Yo creo que lo que ha funcionado en Toledo ha sido siempre una gran fidelidad a Jesucristo, al Evangelio, a la Iglesia, al Papa, a la comunión con el Magisterio de la Iglesia. Pero por otra parte, también una gran creatividad, sin salirse, por supuesto, de esa fidelidad. De hecho han surgido muchas cosas nuevas, muchos proyectos, muchas realidades que hacen de Toledo una diócesis viva. Hace poco tuvimos un encuentro de las jornadas de pastoral y hemos tenido encuentros de juventud, con una Iglesia diocesana que sigue convocando y sigue respondiendo gente.
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–¿Qué aportan las grandes tradiciones religiosas como el Corpus?
–Las tradiciones de Toledo tienen una raigambre única en España y también en el mundo. También la religiosidad popular, que hemos comentado en el encuentro con el Papa y en los distintos Dicasterio. La importancia que tiene esa religiosidad popular, las cofradías y las hermandades a la hora de evangelizar. Es verdad que necesitan que haya una mayor formación, una mayor espiritualidad, pero yo creo que realmente Toledo como como gran parte de de Castilla y Andalucía tienen mucha religiosidad popular, muchas devociones a los Cristos, a las vírgenes, a las matronas y eso hacen que haya una una vivencia profunda del cristianismo.
–¿Cómo viven las dificultades de las familias y su desestabilización en Europa?
–Don Braulio decía que una de las características que más le había impresionado de Toledo era la fuerza de la familia. Es algo que se ha potenciado mucho. Hay muchos matrimonios, muchas familias jóvenes que están representando una fuerza evangelizadora muy grande. Se hizo una opción muy clara en toda la pastoral, especialmente con las familias. De hecho, la pastoral familiar en Toledo tiene una cantidad de iniciativas únicas. Con el Papa hemos hablado de ‘Rompe tu silencio’, para atender a tantas mujeres que son maltratadas, por ejemplo. También se potencian iniciativas para respaldar la maternidad. También hay una asociación interesante, que se llama ‘Teresas’. Son mujeres separadas y divorciadas a las que se ayuda en ese momento. Creo que en ese sentido hay muchas iniciativas que se basan en una gran fidelidad a la Iglesia, con esos dos pulmones. Esa es la creatividad que necesitamos en la evangelización. Aparte de que en la pastoral familiar se promueven los centros de orientación familiar. Todo eso se ha potenciado, así como los movimientos familiaristas.
–El que el Papa haya prorrogado un año el Jubileo de Guadalupe también anima a la diócesis. ¿No?
– La devoción a la virgen de Guadalupe es clave en la diócesis. Hay muchísima vida y muchísima realidad vinculada a esta devoción. Puedo decir que a pesar de la pandemia, la respuesta de las peregrinaciones está siendo bastante grande los fines de semana. En un fin de semana puede haber 15 o 30 grupos que participan. Las peregrinaciones de jóvenes quizá no han sido tan masivas por el confinamiento, pero se han mantenido muchísimas, y están resultando muy hermosas. Y luego hay mucha gente que aprovecha esa peregrinación para confesarse, para recibir al Señor en la comunión y poder ganar el Jubileo con la Eucaristía. Es una experiencia que siento muy gozosa y de mucha fecundidad. Yo lo agradecí al Papa prolongar este Jubileo de Guadalupe. Ha sido una bendición de Dios para todas la archidiócesis de Toledo, para Extremadura y para toda España.
– La pandemia también ha supuesto un duro golpe a las cuentas de la diócesis. ¿Le preocupa la situación?
–Sí, la verdad es que la pandemia nos ha puesto a todos en crisis y las crisis no siempre son malas. Es algo que debemos aprovechar para ir creciendo. Toledo tiene una fuerte componente de sustento por parte del turismo. Ahora mismo, en estos momentos la situación ha sido difícil con trabajadores en ERTE. Ha sido un momento complicado. Intentamos mantener todos los puestos de trabajo y se han mantenido. Esto ha supuesto un esfuerzo tremendo por mantenerlo. Nos estamos poco a poco recuperando con el retorno del turismo nacional, porque el internacional aún no llega a Toledo. Así que creo que de esta crisis podemos salir y enfocar el futuro con bastante esperanza.
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–Otro aspecto crítico es la reducción en la archidióceis del número de religiosos…
–Ahí tenemos el tema de que realmente hay monasterios que se van envejeciendo, van siendo diezmadas y a veces llega un momento en el cual las mismas federaciones en un monasterio se ve que es necesario cerrarlo. En estos momentos estamos ahí luchando para que se puedan mantener muchos de ellos, que cumplan la misión para la que surgieron. Los monasterios de religiosas y religiosos son admirables. Porque realmente luchan por ser fieles, por estar ahí y por cumplir su misión. Pero a veces es verdad que ha habido muchos que han sufrido la pandemia. Lo han pasado muy mal. La crisis también ha afectado a los pequeños negocios, como las hospederías o tiendas de dulces, que les permitía sostenerse. Tenemos la asignatura pendiente de saber cómo potenciar y ayudar a todos los niveles a estos monasterios para que no tengan que dejarlo, porque es una riqueza inmensa para la vida de la iglesia.
–¿Cómo se está viviendo el proceso sinodal en la archidiócesis?
–Lo hemos dicho todos los obispos que la Sinodalidad se ha recibido en España bien, ha habido una buena recepción general, sabiendo que eran momentos complicados y difíciles para las reuniones por la pandemia. En Toledo la recepción ha sido buena. Estamos en pleno plan pastoral que dedicamos a los laicos, a la vida consagrada y a los sacerdotes. Estamos metidos en lo que nos ha dicho el Papa a todas las iglesias, a todas las diócesis del mundo.
La solución para la Iglesia en España es la vuelta al Evangelio, a los valores cristianos, al diálogo
En este camino sinodal la gente está respondiendo bien, estamos contentos con la respuesta. Todo ello en una situación difícil. Pero sabemos que el caminar juntos, la Sinodalidad debe ser el estilo de una Iglesia que quiere la corresponsabilidad. Como nos ha dicho el Papa, la sinodalidad no es un parlamento, sino una experiencia de comunión donde el Espíritu Santo nos va ayudando a vivir esa realidad de ser fiel a la vocación y a la llamada que Dios nos ha hecho. Es una vocación y una llamada también bautismal a todos los sacerdotes, las religiosas, los laicos, en la llamada a la santidad.
–¿Da la sensación de que en España, en ocasiones, no llega bien el mensaje del Papa? ¿Cree que conoce bien nuestra situación?
–El Papa se ve que es un hombre ‘Pedro’. Porque para mí el Papa Francisco es Pedro, como era Benedicto XVI, como era Pablo VI, pero sí que tiene unas características propias de este pontificado. Por ejemplo, se ve que es un gran pastor. Es un pastor que llega y está preocupado por los miembros más sufrientes de la humanidad, de toda la Iglesia. Se ve que es un pastor con corazón y entrañas de misericordia. Yo encuentro que Papa Francisco conoce profundamente la realidad de la Iglesia española. Está preocupado por los grandes temas de la Iglesia en España. Y él ve que la solución es la vuelta al Evangelio. La vuelta a los valores cristianos y sobre todo, fundamentalmente el diálogo que tanto propicia él. Está preocupado por la situación que a veces vivimos de crispación, que no hace bien a nadie. Al mismo tiempo se ve que es un hombre realista, que tiene los pies en el suelo y es un hombre que alienta y que vive con una gran esperanza y nos ayuda a nosotros a vivir con esa esperanza. El cree que verdaderamente la evangelización en España se tendrá que hacer con mucha fidelidad a lo que la Iglesia dice. Y por otra parte, esa creatividad, con un Papa que está constantemente preocupado por buscar formas nuevas para llegar a la gente, para evangelizar a los jóvenes, para que sigamos, siga siendo un cristianismo atractivo. Le preocupa cómo anunciar a Jesucristo para que haya muchos jóvenes que se decidan por el sacerdocio, en la vida consagrada, en un laicado comprometido o no. También anima a estar en la presencia pública, tan necesaria hoy que haya muchos cristianos que no renuncian a eso que dice el Vaticano II, que es la vocación propia del laico en la transformación del mundo según el corazón de Dios. Yo creo que en este sentido el Papa Francisco es realmente un regalo de Dios para nuestro tiempo.
–Estos últimos días se ha hablado de las inmatriculaciones de la Iglesia. ¿Cómo le afecta a su archidiócesis?
–Por nuestra parte estamos estamos dispuestos a dialogar y a hablar todo lo que nos digan y cumplir con la ley. En todo caso sin privilegios, pero tampoco sin discriminaciones. Queremos que se haga justicia, sin tergiversar las cosas. El término que se ha usado de ‘devolución’ de los bienes no es justo, porque parece que la Iglesia se ha apropiado de algo que no era suyo. Lo que querríamos nosotros es cumplir con la justicia.
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