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Se ha producido un deslizamiento de los diferentes estratos de la sociedad hacia situaciones de mayor precariedad y exclusión social

La crisis sanitaria ha reflejado que son las personas más vulnerables quienes han sufrido las peores consecuenciasCáritas

Informe Cáritas-Foessa

La exclusión en Castilla-La Mancha alcanza ya a uno de cada cuatro habitantes

La desigualdad ha crecido más de un 37 %, un incremento muy superior al registrado en la crisis de 2008

Bajo el título `Informe sobre exclusión y desarrollo social en Castilla-La Mancha´ se ha presentado en la Biblioteca Regional de Toledo la primera radiografía social completa de la crisis de la COVID-19 en nuestro territorio. El informe ha sido presentado por el provicario general de la Archidiócesis de Toledo, don Raúl Muelas, la presidenta de Cáritas Castilla-La Mancha, Mónica Moreno, y el sociólogo y miembro del equipo de Estudios de Cáritas Española y de la Fundación Foessa, Thomas Ubrich.

Muelas ha indicado que «en esta crisis la Iglesia y Cáritas han dado respuesta inmediata y se han adaptado a este momento tan complicado y tan difícil para todos», y ha agradecido a las personas que han colaborado en este informe con esta radiografía que «sin duda alguna ofrece conclusiones para seguir dando respuesta los más pobres».

Conocer la realidad

Por su parte, Moreno ha señalado que con esta edición del informe, «se actualiza la fotografía de la exclusión en Castilla-La Mancha y se ofrece desde una doble perspectiva: longitudinal y comparativa. Longitudinal porque se muestra la evolución de las cifras de exclusión en La Mancha con respecto a 2018. Y comparativa porque en todos los casos se nos ofrece la posibilidad de cotejar los datos autonómicos con el conjunto de España. Pero sobre todo este informe nos presenta la primera radiografía social completa de la crisis provocada por la pandemia».

Según Mónica Moreno, «para nosotros es un compromiso actuar en la realidad social de la pobreza y la exclusión, y para ello, estamos convencidos de la necesidad de contar previamente con un conocimiento profundo y exhaustivo de la realidad, de esta manera afinaremos las respuestas y acompañaremos mejor a los destinatarios de nuestra acción».

La labor de la Iglesia

Este informe, que también se presentará en una jornada técnica el 1 de marzo en Toledo, «servirá para que todos asumamos, en lo personal y comunitario, la cuota de responsabilidad que tenemos en la construcción de soluciones y oportunidades, incluso en estos tiempos de pandemia tan complicados que nos está tocando vivir», ha indicado Moreno, que también ha resaltado la importante labor de la Iglesia en esta crisis sanitaria y social «llegando en muchas ocasiones donde nadie llegaba y estando cerca de los más necesitados en todo momento». En este sentido ha dado las gracias a todos los agentes de Cáritas (voluntarios, profesionales, sacerdotes) que se han entregado y lo siguen haciendo en esta crisis de la COVID-19.

Esta crisis refleja, en palabras de Ubrich, cómo las personas más vulnerables han sufrido las peores consecuencias y las dificultades más grandes para mantenerse a flote tras el tsunami de la pandemia.

La crisis en España

«Es muy importante centrarnos en la exclusión social porque como concepto es mucho más amplio y abarca muchas más realidades que la pobreza –ha afirmado el sociólogo–. Aunque la pobreza, la falta de ingresos, es sin lugar a duda una de las situaciones que está influyendo notablemente en la exclusión social, existen otros problemas y dificultades que se acumulan y que distancian a las personas y hogares de la integración. Son dificultades que impiden que estas sean miembros plenos y activos de la sociedad en la que viven».

La crisis sanitaria y social ha marcado un punto de inflexión en la evolución de las condiciones de vida y niveles de integración o exclusión de las personas y familias. Una parte importante de la población sigue en riesgo de desvinculación e incluso se ve literalmente expulsada de la sociedad. Lo que evidencia que los grandes damnificados por la Covid son precisamente las personas y familias más frágiles y desfavorecidas, a las que no ha llegado la respuesta pública.

La dinámica en Castilla-La Mancha, en cambio, muestra ciertas especificidades. La situación es ligeramente menos negativa que la observada en el conjunto del España, aunque no oculta, sin embargo, un deterioro de las situaciones de exclusión, y especialmente las más severas. Si en 2018 casi la mitad de las familias castellanomanchegas se encontraban en esta situación ahora son solamente el 44 % de los hogares que no ven afectada su participación con normalidad en la sociedad.

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