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Rectora UNAV

Entrevista a María Iraburu Elizalde

La rectora de la UNAV: «Si queremos contribuir al bien común, no podemos tener estructuras injustas»

María Iraburu Elizalde conversa sobre identidad universitaria, aportación católica a la sociedad, retos actuales y justicia social

María Iraburu Elizalde (Pamplona, 1964) es la nueva rectora de la Universidad de Navarra. La primera mujer al frente de la institución, y la primera persona que, habiendo nacido en la Comunidad Foral, ocupa este cargo. Previamente ha desempeñado otras responsabilidades de dirección: desde vicedecana de la Facultad de Medicina hasta vicerrectora de Profesorado. Estudió la carrera y el doctorado en esta misma universidad, y tras, una etapa en el Albert Einstein College of Medicine (Nueva York), lleva vinculada profesionalmente a su alma mater desde 1996. Hace casi veinte años que es profesora titular de Bioquímica y Biología Molecular, compatibiliza docencia e investigación, y ha añadido a su currículo el Programa de Alta Dirección de Empresa (PADE) del IESE, la escuela de negocios de la propia Universidad de Navarra.

–La Universidad de Navarra cumple ahora setenta años, y usted acaba de tomar el relevo a la batuta. ¿Fidelidad al pasado o transformación para adaptarse al futuro?

–Las dos cosas: identidad y dinamismo. Porque me gusta plantearlo no como una alternativa, sino como algo que se exige mutuamente. Identidad, porque la universidad implica una aportación propia: la reflexión, el estudio, el abordaje interdisciplinar. Y, en el caso de las universidades cristianas, la fe. Dinamismo, porque estamos en un momento histórico determinado; hay unos retos sociales a los que la universidad tiene que responder, y con vocación de servicio a la sociedad. Por otro lado, el dinamismo viene por los estudiantes; cada año entran dos mil representantes del mundo contemporáneo en nuestras aulas, en forma de chicos y chicas de 17 y 18 años. Y eso también nos exige estar constantemente reinventando.

–¿Cuáles son esos retos que hoy afrontan las universidades católicas? ¿Alguno destaca más que otro, o es más urgente o importante?

– Nuestro gran reto es justamente llevar al gran debate social –sobre temas tan diversos como la justicia social o la crisis ecológica– una aportación propia que, además, no es tanto una aportación de la universidad como tal, sino de sus profesores, de sus investigadores. Yo me imagino la universidad como una gigantesca concentración de talento: talento de profesores, talento de estudiantes. Nuestro reto colectivo es contribuir a la humanización de la sociedad.

Rectora UNAV

Paula Argüelles

–Ha hablado usted de investigación. Los bajos salarios iniciales que se dan en las universidades, sumados a todo el exceso de burocracia, acaban siendo obstáculos, e impiden formar una familia. En este contexto, ¿cómo se puede incentivar la investigación y la docencia?

–Vamos hacia una mayor complejidad, una mayor aceleración. Algo que no solamente afecta al mundo universitario; afecta en general al mundo. Eso es un hecho. Hablábamos antes de retos. El reto personal de cada uno es encontrar la armonía y el equilibrio entre las tareas propias: armonizar la investigación, la docencia y la vida personal. Ese equilibrio requiere que uno lleve las riendas de su vida. He de decir que en la Universidad de Navarra tenemos unos mil profesores y un gran porcentaje de ellos han conseguido desarrollos académicos y familiares completos. O sea, se trata de una carrera esforzada, compleja. Pero, si gestionas bien la tensión, te hace avanzar.

–¿Podría decirse que, en relación con la cuestión laboral, una universidad católica debiera ser una especie de caso práctico de justicia social?

–Totalmente. Nuestro ideario nos señala una meta alta y nos exige mucho. Es una apuesta por la profesionalidad y el trabajo bien hecho. Me gusta decir que tenemos que huir de la autocomplacencia o de pensar que lo hacemos todo bien. Somos humanos, nos confundimos, fallamos, no alcanzamos los objetivos que nos habíamos propuesto. Como todo el mundo. Pero lo importante es mantener esa aspiración e intentar vivirla con coherencia a todos los niveles. Si decimos que queremos contribuir al bien común y a la justicia, no podemos tener estructuras injustas o no vivir eso en el día a día con nuestros compañeros.

–Comentaba usted que cada año entran en el campus de la Universidad de Navarra dos mil chicos y chicas que representan al mundo contemporáneo. Un mundo cada vez más alejado de la fe. ¿Eso supone una oportunidad para acercar o atraer hacia la fe a estos jóvenes?

–El cristianismo es, por definición, plural y abierto a todo tipo de personas. También a los que no comparten nuestra fe. Esa es una dimensión que hay que tener en cuenta, cuando hablamos de universidades de inspiración cristiana. La fe cristiana supone un respeto incondicional a la dignidad de las personas y, por tanto, a su libertad. Eso lleva a ofrecer a todos los contenidos de la fe cristiana y, más allá de los contenidos, la experiencia vital de la fe.

Nuestro reto colectivo es contribuir a la humanización de la sociedadMaría Iraburu Elizalde, rectora de la UNAV

El punto de partida es querer a las personas. Y, desde ahí, crear un entorno de diálogo abierto y respetuoso, de reflexión y de búsqueda de la verdad. Porque la verdad no es algo que nosotros poseamos. Somos servidores de la verdad. No somos poseedores; solamente Dios Nuestro Señor es la verdad. Nosotros somos buscadores de la verdad. Y, por otro lado, en cualquier postura hay un rayito de verdad. Hay que empezar construyendo juntos, caminando juntos, porque la universidad es un camino de diálogo entre estudiantes y profesores.

–En estos tiempos, cuando vivimos en una fuerte tendencia hacia la polarización, ¿resulta más necesario afirmar este aspecto de la identidad universitaria y católica?

–En el momento en el que hay un aprecio hacia la persona–sea quien sea el que tengo delante–, y una acogida inicial –eso es lo propio de nuestra fe–, es más fácil el diálogo. Lo importante es que la universidad no se politice. Porque el ámbito político es uno y el ámbito universitario es otro. Nosotros venimos a hablar de conocimiento, de investigación. Tenemos que ser capaces de poder hablar de todo y con todos. Ese es nuestro reto. Las universidades podemos ser espacios de verdadero diálogo que pueden contribuir a que haya una menor polarización en la sociedad.

–La Universidad de Navarra dispone de una escuela de negocios, el IESE. ¿Las escuelas de negocios de inspiración cristianas están perdiendo su identidad específica de justicia, y se han ido quedando en la pericia profesional?

–En el caso del IESE, la justicia social se trata de forma transversal mediante un enfoque de ética de los negocios. Eso no quita que tengamos que dar un paso adelante. Ahí hay margen de avance. Tenemos asignaturas de cristianismo y sociedad, pero a mí me gustaría que cada alumno que pasase por la Universidad de Navarra o el IESE, una vez finalizados sus estudios, fuese un catalizador de cambio por el bien común. Pienso en todos los alumnos internacionales que tienen muchas veces en sus países de origen unas situaciones de desigualdad muy fuertes. Mi sueño es que el paso por la Universidad Navarra les ayude a ser, una vez vuelvan a sus países, creadores de posibilidades de empleo, de igualdad, de cuidado del entorno, de cuidado de la vida vulnerable, del bien común. Sí, creo que tenemos margen de mejora.

María Iramburu Elizalde, rectora de la Universidad de Navarra

María Iramburu Elizalde, rectora de la Universidad de NavarraPaula Argüelles

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