El Papa Francisco reclama respuestas para un mundo de bisabuelos
Esta semana arrancan una serie de catequesis sobre la ancianidad. El hecho de que, por primera vez en la historia, en muchas familias convivan cuatro generaciones supone un cambio radical
La esperanza de vida se ha disparado en los últimos años, haciendo que en muchos países haya millones de personas jubiladas, que la sociedad entiende como un peso que hay que sostener. El Papa Francisco comienza este miércoles, 22 de febrero, una serie de doce catequesis semanales para tratar de cambiar esa percepción. El objetivo es que haya mayor sensibilidad ante la soledad y la falta de atención a una franja de población especialmente frágil.
El presidente de la Pontificia Academia para la Vida, Vincenzo Paglia, considera que esta serie de meditaciones afrontan una necesidad urgente. Se trata de redescubrir el valor de los ancianos en una sociedad que apenas cuenta con ellos. «La novedad es que tenemos ahora a millones de personas más allá de 70 años que cuentan con una cierta calidad de vida, pero para los que nadie tiene un programa. Es preciso inventarlo», asegura Paglia.
En un reciente libro titulado La edad por descubrir (L’età da inventare), este arzobispo italiano asegura que «por primera vez en la historia la vejez es algo masivo». Por ello, «toda la sociedad está comprometida en responder a una pregunta inevitable: ¿cómo afectará el elevado número de ancianos en la sociedad del mañana?».
Cuatro generaciones en un mismo hogar
Como un ejemplo concreto, el presidente de la Pontificia Academia para la Vida habla de que «por primera vez en la historia en muchas familias conviven cuatro generaciones. El hecho de ser bisabuelo ya no es algo excepcional y lo sería más aún si la edad del primer hijo en sociedades como la italiana no fuera tan alta».
Monseñor Paglia recuerda que años atrás la Iglesia ha celebrado un Sínodo de los Jóvenes, «pero hasta el momento nadie se ha preocupado de invocar un Sínodo de los Ancianos, cuando las circunstancias han cambiado radicalmente en los últimos años». A su juicio, es el momento de aportar propuestas concretas para dar dignidad a esos últimos años de vida, que son los más cercanos a la Vida Eterna.
En esta sociedad de bisabuelos, la pandemia de la COVID-19 ha puesto sobre la mesa el abandono de miles de personas. No solo por el hecho de que la mayoría de los fallecidos se concentren en esa franja de edad, sino por todas las dificultades que han supuesto para ellos. El confinamiento ha supuesto un obstáculo adicional para quienes disfrutaban con un paseo cotidiano o encontraban a los amigos en bares o centros sociales que estaban cerrados.
A juicio de monseñor Paglia es preciso repensar cómo se pueden vivir los casi treinta años de vida que hemos ganado en las últimas décadas. Por ello, «no se trata solo de 'envejecer bien', sino de aprovechar este tiempo como una oportunidad para que todos puedan crecer en una perspectiva de solidaridad. Es preciso poner sobre la mesa un mayor esfuerzo, inteligencia y creatividad para evitar un 'envejecimiento destructivo'».