La Iglesia, contra la explotación sexual: «Cada vez que salgo a la calle no sé si por la mañana seguiré viva»

Del drama a la esperanza, pasando por la indiferencia

En el centro de cualquier ciudad española, en un bar de alterne dirección a cualquier lado. En pisos, en barriadas, en polígonos o a domicilio. El negocio de la trata, de la prostitución sexual de hombres y mujeres, alcanza a todos los estratos sociales que ni siquiera con la pandemia ha bajado sus números, situándose entre uno de los negocios más lucrativos y opacos dentro de nuestras sociedades.

La exposición fotográfica itinerante «Punto y seguimos. La vida puede más» recoge en imágenes los testimonios reales de numerosas víctimas de la trata en España, que es el país europeo que más afectados por la trata tiene y también el que más afectados recibe.

Una iglesia desacralizada como espacio de encuentro

Los dominicos habilitaron hace unos años un espacio de encuentro y diálogo con la cultura actual en pleno centro de Madrid. Antes de llegar a O´Lumen, la exposición estuvo en la iglesia de los Jerónimos, donde más de 4.000 visitantes contemplaron los estragos de la trata. En la muestra se da voz a todas esas personas que han sido objeto de la trata –en su mayoría mujeres explotadas sexualmente- para que relaten con total transparencia fragmentos de sus vidas, que han quedado hundidas pero no sepultadas, ya que hoy nos hablan mediante estas fotografías para romper la barrera del silencio y la indiferencia con la esperanza de un nuevo comienzo.

Historias con el rostro cubierto

Este es un proyecto realizado en colaboración con el secretariado de la Comisión Episcopal de Migraciones a través de la sección de trata de personas, el cual busca promover un posicionamiento crítico por parte de la sociedad a favor de la abolición de estas prácticas. Empleando la imagen como detonante, el fotógrafo Fernando Mármol Hueso arroja la luz necesaria para visibilizar una realidad oculta que puede sufrir cualquier persona vulnerable.

«Cuando llega la noche, aprendo a espantar espíritus» (Shanna)

Después de haber recorrido las archidiócesis de Barcelona y Valencia, donde ya han pedido replicar la exposición, la Iglesia española muestra su compromiso para visibilizar que «la mujer no es una mercancía», tal y como dijo Juan Carlos Elizalde, obispo de Vitoria y presidente de la subcomisión episcopal de Migraciones y Movilidad humana en la CEE. «Nadie accede a este mundo y a esta dedicación como una elección libre, prioritaria y gozosa, si no que las mujeres se ven advocadas en situaciones de pobreza extrema y necesidad; ejercicio que menoscaba su dignidad».

Vidas destrozadas y olvidadas

«He conocido a muchas mujeres que han salido engañadas y cuando han llegado aquí han estado cautivas sin documentos, sin dinero y explotadas sexualmente», cuenta Marifran Sánchez, directora de la subcomisión episcopal que aborda el drama de la trata. «Son muchos casos, de personas con muchísimo miedo, amenazadas y forzadas a prostituirse o a practicar la mendicidad bajo amenazas de hacer daño a las familias».

La indiferencia: el cepo para salir del drama

Una de las cuestiones que nos señala Marifran Sánchez es precisamente la indiferencia de una sociedad que mira hacia otro lado ante la prostitución. Si bien ahora parece que se va a revisar la cuestión en el Congreso, lo cierto es que muchas de las mujeres, encerradas en este círculo vicioso, no tienen la oportunidad de salir por el silencio al que están sometidas. Aisladas, sin documentación, con la indiferencia de los clientes. «Te han reducido a casi nada, un ovillo en tu interior, un ovillo de dolor, oscuridad y silencio», reza uno de los carteles de la exposición.

El segundo mayor negocio del mundo dentro del mercado negro

«Queremos insistir en la urgente necesidad de educar en una cultura asentada firmemente en valores como la dignidad insobornable de todo ser humano y el respeto a sus derechos; y poner los medios necesarios para que estos comportamientos degradantes sean objeto de una firme reprobación ética y social (...). Mirar como Dios mira a estas personas, a toda persona humana, exige actitudes básicas como el amor, el respeto, la compasión por tanto dolor provocado y a la indignación por cuanto tiene de injusticia evitable». Este es el mensaje que lanzó la LXXVI Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española en la declaración sobre «El drama humano y moral del tráfico de mujeres».