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Papa Francisco en la Plaza de San Pedro en la 54 ª Jornada Mundial de la Paz

Nueve años de Francisco al frente de la Iglesia católica: el Papa que supera las palabras

El noveno aniversario del Santo Padre ha estado marcado por una máxima: «Id a las periferias existenciales»

El pasado 25 de febrero, un días después de que comenzara la guerra en Ucrania, el Papa Francisco se plantó ante la embajada de Rusia, enviando un gesto claro a todo el mundo. Fue una ruptura del protocolo, ya que un pontífice no se presenta de improviso ante un diplomático extranjero, sino que son ellos quienes deben ir al Vaticano. Una forma de expresar que los ataques de Rusia habían superado todos los límites.

Días después, el primer domingo de Cuaresma, lo importante de su mensaje en el Ángelus no fueron las palabras de condena, sino los hechos. El Papa había decidido enviar a dos cardenales a Ucrania. Una presencia que compromete los ataques de Putin, que debe poner atención en no dañar a dos de las personas de más alto rango del Vaticano... y por tanto de todo el mundo católico.

Son hechos, más allá de palabras, los que han conformado el pontificado de Jorge Mario Bergoglio desde el primer día, hace ya nueve años. Gestos que pasarán a la historia, cuando decidió que no iba a dormir en los apartamentos pontificios. Prefería vivir en una residencia con más personas, con la posibilidad de relacionarse con otros, de encontrar a personas diversas, que van o vienen.

Para la historia quedará también su primer viaje apostólico, en verano de 2013. No fue a una gran ciudad, ni a un gran evento. Una pequeña isla del Mediterráneo, Lampedusa, fue el destino elegido para lanzar un mensaje claro a todos los cristianos: «Todos somos responsables de este drama. He venido aquí para remover las conciencias frente a la indiferencia».

Tratar de llevar los focos de las cámaras a los puntos donde está la gente que sufre. Una línea que ha seguido en cada uno de sus destinos internacionales. Cuando algunos le acusan de mantener una agenda ‘política’ se estrellan contra la realidad. Ningún político sensato ha ido de visita a un país tan inseguro como Irak, tal y como hizo el Papa en 2021; a ningún político se le ocurre besar los pies de dos dirigentes de Sudán del Sur para implorar que cese la violencia y después viajar a su país, como hará dentro de unos meses. Son lugares donde no hay riqueza, donde no hay intereses económicos o políticos que valgan, solo miseria.

En esas fronteras marginales del mundo es donde mejor se mueve este pontífice. Y siempre lejos de la teoría, de la ideología, y cerca de la persona individual, mirando a los ojos a cada uno. Lo explicaba muy bien hace pocas semanas en una entrevista. Para poder entender a quienes sufren, decía, es preciso «tocar la miseria», ya que «tocar nos lleva a hacernos cargo del otro y a no dejarnos llevar por la indiferencia. Si no tocamos a la gente, no nos implicamos con sus problemas».

Todo un pontificado de acción que se funda en una profunda oración. El Papa Francisco, siempre lo dice, toma las decisiones más importantes después de horas de meditación. Solo así se percibe la autenticidad que muestra cada vez que va más allá de las palabras.