Abortar a los Down
Hoy ya existen países donde ninguno de ellos llega a nacer. En el nuestro el 90 % de ellos son abortados bajo un pretexto ideológico que durante años se ha instalado en gran parte de la conciencia popular bajo una premisa absurda que dice: para traer al mundo una vida para que sufra es mejor no dejarla venir
Decía el bueno de Chesterton que «la educación moderna significa imponer las costumbres de la minoría y desarraigar las costumbres de la mayoría». Hoy vemos que para tratar de eliminar a Dios de una sociedad se intenta borrar toda huella que pueda recordarnos a las personas que, por un instante, nos ayudan a elevar el corazón y la mirada hacia quien puede sostenernos en medio de las duras batallas que tenemos cada día. Un ejemplo es la escasa mención a las festividades de los santos. Ni para recordarlos ni para felicitárselos a aquellos que los llevan por nombre que, a fin de cuentas, son como un recordatorio permanente de que, aunque nos morimos, nuestra vida no termina porque, como ellos, hemos sido hechos y llamados al Cielo.
Sin embargo, aunque se fomente la secularización de las costumbres, el alma que grita por encontrarle un sentido a la vida no se puede callar y sigue gimiendo en lo profundo de nosotros. Por ello los deconstructores de Dios necesitan una nueva religión sin trascendencia que tranquilice la conciencia, en la que el nuevo `dios´ es el hombre de la sociedad del bienestar y su voluntad de poderlo todo, de tenerlo todo y de vivir en la búsqueda hedonista en todo momento. Como en esta nueva religiosidad vacía hay que desarraigar unas costumbres trascendentes para imponer otras vacías de sobrenaturalidad, las festividades de los santos van siendo sustituidas por los «días mundiales de…». Hoy las felicitaciones se hacen por ser bombero, o maestra, o granjero, estando así en la mentalidad de la nueva religión el valor de la persona en lo que hace y produce; sutil pero certero.
En el mundo de la nueva religión sin Dios, se celebran estos días al mismo tiempo que se fomenta que estas personas dejen de existir
En la conciencia del pueblo cristiano el valor que tenemos está en que cada uno de nosotros es una persona única y amada por Dios y digna de ser amada por los demás. El propio nombre de la persona, por el cual se le felicita, nos habla ya de trascendencia, pues la persona lo recibe al iniciar su camino hacia el Cielo, es decir, en el Bautismo, de ahí que hablemos del «nombre de pila», pues se recibe en la pila del agua bautismal.
El 21 de marzo en el santoral civil la efeméride que se celebra es la del Día Mundial de las Personas con Síndrome de Down. Esta fecha me gusta. No sé si tenéis la suerte de conocer y tener cerca a una persona con síndrome de Down. Las vidas de los que he conocido me recuerdan que no necesitamos tener muchas cosas para ser felices, que viviendo con sencillez podemos encontrar alegría, que con un corazón limpio se puede amar y dar cariño siempre a quien tienes alrededor. Lo sorprendente es cómo en el mundo de la nueva religión sin Dios, se celebran estos días al mismo tiempo que se fomenta que estas personas dejen de existir. La nueva religión es así, celebra cosas en las que no cree para tener contentos y sometidos a todos, cambiando lo sobrenatural, lo divino, por los esfuerzos humanos de reconocer cosas y contentar a todos es lo que tiene, se cae en el fariseísmo de la propia ley humana.
Hoy ya existen países donde ninguno de ellos llega a nacer, en el nuestro el 90 % de ellos son abortados bajo un pretexto ideológico que durante años se ha instalado en gran parte de conciencia popular de que traer al mundo a una vida así es traerla para que sufra y por ello es mejor no dejarla venir. A mi me parece claro que quien de verdad sufre no son esos niños sino toda una sociedad que ha dejado de entender el dolor porque ha dejado de entender a Dios, una sociedad que sufre porque no comprende que haya personas más débiles en un mundo puritano que nos ha acostumbrado a ver como algo malo la debilidad, una sociedad que sufre por no saber sufrir y que rodeada de comodidades está cada vez menos dispuesta a mancharse las manos tocando la carne sufriente del otro, demostrando así sus propias carencias y miserias.
Como ya dije más arriba, la nueva religión sin dios deshumaniza porque catequiza a las personas enseñándolas que su valor no está en lo que son sino en lo que pueden hacer y producir, con esto se justifica que los débiles sean descartados. Los niños Down no producen bienes materiales y necesitan de una atención especial que hace necesario que quienes están alrededor se priven de tiempo, energía y caprichos para su cuidado. Somos unos ilusos. No nos damos cuenta de que tenerles cerca es una ganancia. Es terrible privarles a ellos de la vida, pero es que además al hacerlo se priva a toda la sociedad del gran potencial que tienen y de las grandes lecciones que pueden enseñarnos a cada uno el tenerles con nosotros haciéndonos menos egoístas. Es bueno que cada vida exista.
La paz.