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El padre Florencio Roselló, durante la entrevistaGuadalupe Belmonte

Entrevista a Florencio Roselló

El director de la Pastoral Penitenciaria: «A la sociedad le falta esa mirada compasiva hacia la prisión»

Florencio Roselló reflexiona sobre casi 40 años al frente de este voluntariado y pide a la sociedad una mirada más compasiva hacia la realidad de la cárcel

«La Iglesia en la cárcel hace mucho más que celebrar misa», adelanta Florencio Roselló, sacerdote mercedario y director del departamento de Pastoral Penitenciaria de la Conferencia Episcopal Española. Lidera una red de más de 160 capellanes y 2.500 voluntarios que tiene presencia en todas las prisiones españolas. Hace casi 40 años que se involucró con esta labor, y en esta entrevista para El Efecto Avestruz insiste: es necesario que la sociedad mire con más compasión a los internos.

–Más de 1.500 actuaciones, 82 casas de acogida, ayudas al peculio para más de 6.000 internos… las cifras de la memoria anual impresionan, pero muchos no conocen esta pastoral. ¿Falta visibilizar?

–La prisión es un medio cerrado, con autorizaciones y controles de seguridad, y es mejor que los pisos que ponemos a disposición de los presos fuera de los centros sean discretos. Eso hace difícil visibilizar nuestro trabajo: no solo acompañamos a los presos en el ámbito religioso. No puedes celebrar la eucaristía si un preso hace tiempo que no sabe nada de su madre o de sus hijos. Les ayudamos en el tema familiar, también les asistimos jurídicamente…

–¿Independientemente de su delito?

–Atendemos a hombres y mujeres de todo tipo de credo, edad y procedencia. Tampoco nos fijamos en qué delito han cometido: a menos que tenga que realizar alguna gestión, muchas veces ni siquiera lo conozco. No me importa qué haya hecho, me importa la persona. La grandeza de la Pastoral Penitenciaria es que vemos a Jesús encarnado en cada preso.

–A alguno le sonará escandaloso.

–Con ojos humanos, sí, pero no con ojos de fe. Desde luego, como Iglesia condenamos todos los delitos, pero creemos que la persona que los ha cometido tiene un futuro. Nuestros voluntarios son «nuevos cireneos», ayudando al mismo Cristo a cargar con su cruz en prisión, para hacérsela más ligera y llevadera. Para que esa cruz sea motivo de libertad, de redención y de nueva vida.

No me considero mejor que ellos: si hubiera tenido su experiencia, probablemente alguno de los presos estaría hablando en mi lugar y yo estaría en el suyoFlorencio Roselló, responsable de pastoral penitenciaria

–Nueva vida. ¿Trabajan pensando en la reinserción en la sociedad?

–Nadie puede realizar esta labor si no cree en la reinserción, si no confía en el hombre y en la mujer que está en prisión. Yo, desde luego, no me considero mejor que ellos: si hubiera tenido su experiencia, probablemente alguno de los presos estaría hablando en mi lugar y yo estaría en el suyo. Es algo que también se pregunta siempre el Papa Francisco cuando visita una cárcel: «¿Por qué ellos y no yo?». Creo que desde la sociedad en general falta esa mirada compasiva hacia la prisión.

El padre Florencio Roselló, durante la entrevistaGuadalupe Belmonte

–¿Es una cuestión de prejuicios?

–Sí, y la mirada cambia cuando uno conoce la realidad, como los voluntarios que llegan a prisión y dicen: «No imaginaba que esto fuera así». También cambia cuando afecta a alguien de nuestra familia, de nuestro entorno. Mientras, la imagen que el 99 % de la población tiene de la cárcel es la que ha visto en las películas o en los medios, que retratan distorsionadamente la cárcel como un lugar de permanente tensión y pelea. Esto condiciona las condenas.

–¿En qué sentido?

–Según la Eurostat, España es uno de los países más seguros de Europa, pero nuestros presos cumplen más tiempo de condena que en la mayoría de la UE, con una media de 20 o 21 meses. Tenemos un sistema penal muy duro, y aún hay gente que pide condenas más largas… Miremos los ejemplos de EE.UU. o China: endurecer los castigos no disuade de cometer los delitos.

Cerca del 70 % de los presos que han salido de prisión no ha vuelto a entrarFlorencio Roselló, responsable de pastoral penitenciaria

–¿Qué alternativa proponen?

–Humanizar nuestro sistema penal. Apostar, también como sociedad, por la reinserción. Antes se decía que en las cárceles no se hacía más que entrar y salir, pero si miramos las estadísticas de los últimos diez años, vemos que cerca del 70 % de los presos que han salido de prisión no ha vuelto a entrar. Es posible otro mundo y otro cumplimiento de pena, y eso es algo que nos ha demostrado la pandemia: hasta 5.000 presos cumplieron condena en casa y no pasó nada, no aumentó la tasa de criminalidad.

–¿La denuncia forma parte del voluntariado en prisión?

–Sí, aunque yo siempre digo que las denuncias las hago en la mesa donde se pueden tomar las decisiones. Denunciamos el trato a los extranjeros –¿por qué se paraliza la regulación de papeles cuando uno entra en prisión?–, a las madres internas, que necesitarían una forma distinta de cumplir pena… El poder legislativo puede cambiar muchas medidas que se notan dentro, aunque sean pequeñas. Nuestra presencia también es política, porque queremos ayudar a transformar la realidad de la cárcel; solo así podemos tener una prisión mejor, más humana, más justa y más esperanzadora.

–Lleva implicado con la Pastoral Penitenciaria desde 1983. Cuando hace balance, ¿qué experiencias le han marcado más?

–Me han marcado mucho los casos de mujeres que, tras dejar fuera a sus hijos, replantean y cambian su vida. El mayor desgarro que yo he vivido en prisiones es la separación de los niños y sus madres. También me marcan los casos de personas a las que hemos acogido en algún piso y deciden, a su vez, ayudar a otros, haciéndose voluntarios. Me marca ver cómo el amor transforma.