Los contrarreformistas en el CEU
San Francisco Javier y san Ignacio de Loyola: dos grandes santos frente a los desafíos de su tiempo
El fundador de la Compañía de Jesús y el patrón de los misioneros protagonizaron la segunda mitad de la jornada ‘En el cuarto centenario de las canonizaciones de 1622’, celebrado en el CEU
En el siglo XVI, la Iglesia se enfrentaba a dos retos de gran calado: la reforma interna frente a la amenaza del protestantismo y la expansión misionera más allá de Europa. Frente a estos desafíos se alzaron dos figuras fundamentales, unidas bajo el mismo estandarte de la Compañía de Jesús: san Ignacio de Loyola y san Francisco Javier, canonizados el mismo 12 de marzo de 1622, hace 400 años, junto a san Isidro Labrador, santa Teresa de Jesús y san Felipe Neri.
Los dos grandes santos jesuitas protagonizaron este martes la segunda mitad de la jornada En el cuarto centenario de las canonizaciones de 1622, un acto celebrado para conmemorar una fiesta emblemática de la reforma católica. El acto académico se celebró en el Aula Magna de la Universidad CEU San Pablo, y estuvo organizado por la Fundación Cultural Ángel Herrera Oria, el Instituto CEU de Humanidades Ángel Ayala y la Cátedra Casa de Austria, del Instituto CEU de Estudios Históricos.
«Hasta la extenuación»
El doctor en Historia Luis Javier Fortún, profesor de la Universidad Pública de Navarra, abordó la figura de san Francisco Javier, patrón de los misioneros católicos. Yendo más allá de las imágenes comúnmente asociadas al santo, describió a Javier como un misionero incansable, un hombre que cumplió «hasta la extenuación» con un mandato papal: el encargo de Paulo III, que en 1540 le nombró nuncio apostólico desde el cabo de Buena Esperanza hasta la India.
El pontífice le dio el encargo «taxativo», detalló Fortún, de «fortalecer en la fe a aquel joven rebaño y atraer a los demás que todavía no la conocen a conocerla y abrazarla». El ponente concluyó que Javier se comprometió con esta tarea «con dedicación absoluta, con entera obediencia al Papa y como un jesuita, siguiendo uno de los fines fundacionales de la Compañía de Jesús, la propagación de la fe».
El misionero navarro se entregó en cuerpo y alma a la misión: en la India, en las Molucas, en Japón. «Su actividad suscitó admiración entre los colonizadores portugueses y en el rey de Portugal Juan III», apuntó Fortún, y añadió que el monarca portugués ordenó abrir hasta cinco procesos con 55 testigos para dar testimonio de su santidad, que apoyaron su causa de canonización.
Javier, miembro del grupo fundacional de la Compañía de Jesús, fue también santo «a ojos de los colonizados» -destacó Fortún-, lo que supuso un doble soporte en el proceso que culminaría en la proclamación de su santidad en 1622. «Lo más fecundo de San Francisco Javier -concluía el ponente- fue el reguero de vocaciones misioneras que ha suscitado durante cinco siglos».
La «construcción» de San Ignacio
En 1622 se canonizó también a san Ignacio de Loyola, pero ¿y después de la celebración? «Hay que crear una imagen», aseguraba ayer el doctor Javier Burrieza, profesor de Historia Moderna en la Universidad de Valladolid, que concluyó la jornada con una intervención sobre la construcción de la figura del fundador de la Compañía de Jesús.
«¿En qué Ignacio de Loyola se tenían que fijar para esta construcción de la santidad? ¿En el soldado, en el que vagaba por las universidades…?», se preguntaba el ponente, y se respondía, mostrando una escultura realizada tras la proclamación: «Se le muestra como defensor del nombre de Jesús y fundador de una orden religiosa». Burrieza trazó también un recorrido por obras artísticas posteriores que retratan al santo, como obras teatrales o piezas de música.
Burrieza comenzó repasando las diversas biografías realizadas sobre San Ignacio, y analizó los movimientos del proceso de «altísima política» que precedieron a su beatificación en 1609 y su posterior canonización. Destacó el rol de Felipe II y su hermana, María de Austria, así como el del rey de Francia, Enrique IV. «Los nuevos monarcas de Francia contrarrestaban la hegemonía de la monarquía católica de España», señaló.
Concluyó la jornada el obispo auxiliar de Madrid, Juan Antonio Martínez Camino, quien celebró que se organicen iniciativas como esta, de estudio de las vidas de los santos, y destacó que los bautizados canonizados nos permiten «actualizar la presencia de Cristo en la Iglesia y en la historia». En clave local, el prelado también recordó que el próximo 15 de mayo se abre el Año Santo de San Isidro.