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La casta de los basureros es sinónimo de cristianos en Lahore (Pakistán)GTRES

Cristianos perseguidos

La vida en las cloacas de los cristianos en Pakistán

El término Chuhra, que califica tradicionalmente la casta de los basureros, es considerado peyorativo y actualmente es sinónimo de «cristianos» en Pakistán

Shafiq Masih vive bañado en lodo. Limpia las alcantarillas a mano en un barrio acomodado de Lahore, Pakistán. Pide agua a los vecinos para poder lavarse, pero muchos se la niegan; y los que aceptan, lo hacen de mala gana.

Shafiq es cristiano, como la gran mayoría de basureros y limpiadores de alcantarillas en Pakistán, donde estas profesiones están muy estigmatizadas, ya que son consideradas impuras por los musulmanes.

«A veces la gente va al baño, tiran de la cadena y toda la suciedad nos cae a nosotros»Shafiq MasihCristiano paquistaní

Cada día pone en peligro su vida, en medio de gases tóxicos, sustancias contaminantes y otros residuos, dentro de las canalizaciones obstruidas de Lahore, la segunda ciudad del país con 11 millones de habitantes.

Mujeres cristianas lavan en las calles de Lahore, en PakistánGTRES

Perder el respeto por uno mismo

Shafiq cuenta que para bajar a las alcantarillas primero «hay que sacrificar todo el respeto hacia sí mismo». Explica como cuando estaba dentro de una de ellas, le cayó encima agua mezclada con detergente, ya que las personas que habitaban en la casa estaban lavando la ropa. «A veces la gente va al baño, tiran de la cadena y toda la suciedad nos cae a nosotros», comenta.

Los cristianos sólo representan el 1,6 % de la población paquistaní y ocupan más del 80 % de los trabajos de basureros y limpiadores de alcantarillas

En 2017, la muerte de un cristiano que había inhalado gas limpiando un cloaca causó una gran indignación en la sociedad. Los médicos musulmanes se negaron a tratarle, por no querer tocar un cuerpo sucio durante el Ramadán.

En Pakistán, muchos cristianos son descendientes de hindúes de castas inferiores, que se convirtieron durante la colonización británica para escapar de la discriminación contra su casta. Los cristianos sólo representan 1,6 % de la población paquistaní y ocupan más del 80 % de los trabajos de basureros y limpiadores de alcantarillas. El resto son principalmente hindúes.

Cristiano, sinónimo de basurero

Aunque el sistema de castas no existe oficialmente en Pakistán, persiste en estas profesiones. El término Chuhra, que califica tradicionalmente la casta de los basureros, es considerado muy peyorativo y actualmente es sinónimo de cristiano.

Los pocos musulmanes que se ven obligados a aceptar estos empleos rechazan hacer las tareas más degradantes y suelen ocupar puestos de supervisores. «Cuando necesitan trabajo, dicen que lo harán y bajarán a las cloacas. Pero una vez que lo han obtenido, no trabajan, porque dicen que tienen que rezar y su ropa puede volverse impura», admite Shafiq.

En algunos casos, los anuncios de trabajo de los organismos públicos especifican que los empleos de basureros, barrenderos o poceros están reservados a los «no musulmanes».

Riesgos para la salud

Las canalizaciones de Lahore son desatascadas con un largo palo de bambú. Si esta técnica no funciona, se tiene que entrar en ellas y limpiar a mano. Para este trabajo, con 22 años de experiencia, Shafiq gana 44.000 rupias (240 dólares, 220 euros) al mes. Es el doble, no obstante, de lo que cobran los basureros.

«Cuando salimos a trabajar, nunca estamos seguros de si volveremos»Shahbaz MasihBasurero paquistaní

Pero los riesgos que corre son inmensos: infecciones diversas, como tuberculosis, asma, hepatitis, y todo tipo de enfermedades de la piel y los ojos; y en un recuento reciente basado en informaciones de la prensa muy incompletas, se reseña que podrían haber fallecido desde 2019, al menos una decena de personas.

Superhéroes

«Cuando salimos a trabajar, nunca estamos seguros de si volveremos», asegura Shahbaz Masih, de 32 años, que ya se ha desmayado alguna vez por los gases y ha tenido que ser llevado al hospital.

Mary James Gill, abogada y política paquistaní que dirige el CLJ, afirma que «el Estado es directamente responsable de esta explotación». En 2021, James Gill recibió un premio de derechos humanos en Francia por su campaña Sweepers are Superheroes (los barrenderos son superhéroes). «Desde su contratación a su muerte, tenemos pruebas claras e innegables que son discriminados por la sociedad y el Estado», insiste la abogada. Pese a su experiencia, Shafiq sabe que no tendrá ninguna promoción en el trabajo ni dejará las cloacas. Pero cada día, le da «gracias a Dios por haber tenido un día más de vida».

Niños cristianos rezan en la iglesia de Nuestra Señora de Fátima en Islamabad, Pakistan..GTRES

Matrimonios forzados y violencia

Por su parte, el arzobispo de Lahore, monseñor Sebastian Shaw, no deja de denunciar la violencia que sufren los cristianos: «Tenemos el deber de hablar sobre lo que está pasando para prevenir estos casos», lamenta el arzobispo. « Secuestros, abuso sexual y conversiones y matrimonios forzados son un problema en la sociedad pakistaní que el gobierno está tratando de controlar; algunas veces los niños también son secuestrados, abusados sexualmente y asesinados».

El número de víctimas se ha duplicado desde el 2018, llegando a los 2.000 secuestros por año

«Imagínese la situación de estos padres de familia, que preparan las mochilas de sus hijos para el colegio, los envían a clase y nunca más los vuelven a ver porque los han secuestrado. Algunas veces encuentran sus cuerpos y pueden celebrar un funeral y hacer duelo. Pero en otros casos, lo único que pueden hacer los padres es llorar la desaparición de sus hijos», continúa relatando el arzobispo de Lahore.

Violencia que empeora

Según el último Informe de Libertad Religiosa publicado por Ayuda a la Iglesia Necesitada en abril de 2021, «el problema con los secuestros de niñas cristianas e hindúes ha empeorado» en los últimos años.

«El presidente de la comisión de derechos humanos de Pakistán, Asad Iqbal Butt, afirmó que el número de víctimas se ha duplicado desde el 2018, llegando a los 2.000 secuestros por año. Los secuestradores, a menudo con la complicidad de policías y de personal judicial corruptos, afirman que las niñas tienen más de 18 años y se casan por su propia voluntad».

La situación es grave y «con demasiada frecuencia», según ACN, «incluso cuando presentan documentos de identificación que muestran la verdadera edad de la niña, los padres no pueden evitar estas conversiones y matrimonios forzados».