El sacerdote estadounidense que no le tiene miedo a las bandas de Haití
La Fundación San Lucas para Haití, que fundó Richard Frechette, gestiona dos hospitales, ocho clínicas, 36 colegios, dos programas para personas con discapacidad y un orfanato
Richard Frechette es el encargado de lidiar con los secuestradores de religiosos, sacerdotes o misioneros que viven en Haití. Se trata de grupos armados que manejan el territorio y secuestran por dinero. «Respetan nuestra labor humanitaria, así que les pedimos que también ellos actúen de forma humana», declara el sacerdote.
Desde el año 2020 han contribuido a liberar a 30 personas. Las negociaciones no son fáciles, pero sí necesarias para salvar a los secuestrados. «Me preguntan si no estoy asustado. Claro que sí, pero nos negamos a dejarnos gobernar por el miedo», confiesa el religioso.
La Fundación San Lucas para Haití, fundada por Frechette, gestiona dos hospitales, ocho clínicas, 36 colegios, dos programas para personas con discapacidad y un orfanato. El sacerdote también trabaja en el Hospital Pediátrico San Damián, donde han notado mucho la crisis, especialmente en la escasez de medicinas y material sanitario.
«Muchos trabajadores han sufrido secuestros y se marchan del país. La mayoría de hospitales han perdido al 40 % o más del personal cualificado», cuenta Frechette acerca de la pérdida de sanitarios.
Nos negamos a dejarnos gobernar por el miedoReligioso estadounidense en Haití
Muchos pacientes no acuden a recibir atención médica por el peligro que amenaza las calles, por miedo a ser secuestrados. El Hospital San Lucas, en cambio, ha tenido un aumento enorme de pacientes con heridas de bala y víctimas de la violencia.
La situación es crítica en toda la nación. En agosto mataron a varias personas y robaron e incendiaron casas. «Nos llegaban balas por todas partes», explica Pétuel Gérard, ciudadano de Haití. Aun así, los fieles empiezan a volver poco a poco, aunque con miedo.
Ariel Henry, primer ministro haitiano, realizó una petición desesperada de ayuda a la ONU, la cual ha sido contestada. Van a desplegar una misión de apoyo liderada por 1.000 agentes de la Policía de Kenia, con el visto bueno del organismo supranacional.
La población de Haití se siente pesimista a pesar de la buena noticia. Basándose en la experiencia de antiguas intervenciones, creen que «los extranjeros no pueden resolver el problema sin mirar cuáles son las causas».
Aun así, quedan meses para que de comienzo la operación, ya que el despliegue está paralizado. «Creo que una fuerza de apoyo especializada podría ayudarnos, si se hace con una hoja de ruta completa y precisa», declara Frechette.