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16 de septiembre de 2024

Vista del interior del Museo de Covadonga rehabilitado

Vista del interior del Museo de Covadonga rehabilitadoEuropa Press

El Museo del Real Sitio de Covadonga reabre sus puertas tras una profunda rehabilitación

Este es el museo de la vida, dentro de la cual abrimos las puertas a nuestro nuevo Museo de Covadonga con su geografía, su historia y su piedad

Las musas son en la mitología clásica las que inspiraban las artes en el Olimpo griego. Eran nueve ninfas que ponían su encanto evocador como si emanasen de los amores en-tre Zeus y Mnemosyne. Y así estas jóvenes doncellas se aprestaban a inspirar caminos que tuvieran que ver con la belleza en todas las artes, el amor y la música. De ahí han tomado nombre los museos, como lugares en donde hay una recopilación de ese universo estético en todas sus envergaduras como prolongación del influjo de las musas.

El nuevo Museo de Covadonga que esta tarde nos disponemos a inaugurar no se agota en este apunte mitológico. Porque esta santa montaña no es el Olimpo ateniense, sino el valle del Auseva donde guardamos arcanos que tienen que ver con la historia y la fe cristiana en un marco natural de primer orden. Covadonga no es solamente un santua-rio mariano, que primordialmente es lo que es. Sino también un enclave espiritual en me-dio de una naturaleza tan inmensa como hermosa, y al mismo tiempo es también la sede de otras muchas cosas que de modo transversal aquí se dan cita con amable complicidad.

El embrujo de los bosques centenarios que aquí guardan miles de secretos, las peñas que desde su altura presiden las miradas, las aguas que discurren cantarinas por acuíferos y arroyos en su marcha al encuentro del bravío mar Cantábrico, hacen de Co-vadonga un balcón donde asomarse a la belleza más pura de una naturaleza inocente.

Pero junto al espacio natural como geografía, aquí se ha escrito también una his-toria cuyo relato se respira en ese sitio emblemático que tiene en Covadonga su punto de partida. Pelayo y sus compañeros en su epopeya vieron nacer un pueblo con tantas re-conquistas a lo largo de su historia. Son las reconquistas de lo que nos hace ser mejores devolviéndonos la original imagen y semejanza de quien quiso crearnos parecidos a Él.

Finalmente, Covadonga es el corazón espiritual de ese pueblo cristiano. Podemos decir que no hay intemperie advenediza que nos desmantele dejándonos al relente de las tormentas, cuando hay una casa a la que volver, una casa habitada, que nos rescata de ser náufragos de las pobres cosas cotidianas como recitaba el gran poeta Luis Rosales.

Son los tres factores que se acomunan para poder explicar todo lo que es Cova-donga como naturaleza bella, como cuna histórica de un pueblo y como corazón que palpita en la peregrinación cristiana de los creyentes. Por eso, no son las musas las que inspiran este museo, sino estos tres factores que se han hecho también arte que viene a describir el talento de los artistas que volcaron en sus obras su mirada enamorada y su fe piadosa, y la diligencia de abades y capitulares que supieron custodiar este patrimonio singular lleno de ofrenda y de homenaje a la Santina. Esto es lo que recoge el nuevo Mu-seo de Covadonga: la pintura, la escultura, los dibujos, la orfebrería sagrada y profana, la relojería, la numismática, los textiles y ropería, la fotografía también. Todo un abanico de estilos, disciplinas y preciosidades.

El contenido tiene este elenco artístico de obras de arte diversas con su itinerario pedagógico y hasta teológico para que estos elementos den su propio testimonio. Pero está también el continente que alberga las colecciones distribuidas desde los criterios modernos de museología para dejar hablar el arte que encarnan, deudor de una historia y una religiosidad, que late en la belleza natural que nos rodea.

Para llevar a cabo esta realidad que en esta tarde estamos poniendo de largo, es preciso contar con una serie de factores que acomunan la fina sensibilidad y una genero-sa disposición para proceder con certera intuición a la elaboración de este importante y renovado Museo de Covadonga. He de señalar con inmensa gratitud que esto ha sido posible por el buen hacer de la Fundación María Cristina Masaveu Peterson, que preside D. Fernando Masaveu y a quien agradezco hondamente su mecenazgo una vez más con el compromiso de toda su familia con este emblemático lugar que preside nuestra Santi-na de Covadonga. Hago extensivo mi agradecimiento a la Directora General de Proyec-tos de la Fundación, Dª Carolina Compostizo que tanto empeño ha mostrado en la reno-vación de este Museo. Igualmente, los profesores que han intervenido en la selección, estudio y catalogación del patrimonio artístico de los fondos patrimoniales del Real Sitio de Covadonga. Menciono al Dr. Vidal de la Madrid Álvarez y la Dra. Yayoi Kawamura. Ha habido más personas implicadas todas ellas vinculadas a la Universidad de Oviedo, al Museo del Prado y al Museo de Bellas Artes de Asturias. Me uno al elenco de nom-bres e instituciones que señalaba el Sr. Abad hace un momento, pues hemos de reseñar que este proyecto con tan excelente contenido, contiene el continente que alberga este importante patrimonio artístico y cultural vinculado a Covadonga, donde tantas personas e instituciones han intervenido poniendo lo mejor de sí mismos.

Me agrada citar el buen hacer del sacerdote y Comisario del Museo de Covadon-ga, D. Juan José Tuñón Escalada, junto a la buena disposición del Ilmo Sr. Abad, D. Adolfo Mariño y el Cabildo colegial de Covadonga, además del coordinador responsa-ble del Museo D. Javier Ramis. Todo ello y todos ellos hace que con gozo y gratitud podamos abrir las puertas al del nuevo Museo de Covadonga.

Termino como empecé, señalando que el arte nos embelesa con el talento de los artistas, la fe que testimonia la importancia de la devoción de nuestro pueblo a la Virgen de Covadonga, nuestra Santina, y el marco natural que nos preside y rodea, hacen de itinerario para el gozo estético, la reflexión ponderada y la expresión religiosa. Son las musas originales que como ninfas bondadosas nos acompañan casi como ángeles para la admiración ante la belleza que en definitiva siempre será la que nos salva, volviendo a la mañana primera cuando vio Dios lo que había hecho y todo lo encontró embellecido y bondadoso. Este es el museo de la vida, dentro de la cual abrimos las puertas a nuestro nuevo Museo de Covadonga con su geografía, su historia y su piedad. La Santina nos permite asomarnos a toda esta realidad.

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