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Un pesebre

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Navidad 2023

Este es el significado de cada figura del pesebre

El Santo Padre defiende esta costumbre navideña como «un ejercicio de fantasía creativa, que utiliza los materiales más dispares para crear pequeñas obras maestras llenas de belleza»

Hace 800 años, durante la Navidad de 1223, san Francisco de Asís celebró la misa del día 25 de diciembre dentro de un pesebre, junto a una representación viviente de la escena de la Natividad. Desde entonces, los monjes franciscanos lo difundieron por toda Italia como apoyo a la predicación navideña. Fue Carlos III de España –antes Carlos VII de Nápoles– quien trajo esta tradición a la Península Ibérica y de ahí a todos los pueblos hispanos.

En 2019, el Papa Francisco publicó su carta Admirabile signum, donde se propuso explicar cuál es el significado de cada una de las figuritas que tradicionalmente se colocan en los hogares con la llegada del Adviento. El Santo Padre defendía entonces esta costumbre navideña como «un ejercicio de fantasía creativa, que utiliza los materiales más dispares para crear pequeñas obras maestras llenas de belleza».

Ya en 1223, indica Francisco sobre el primer nacimiento en Greccio, su santo tocayo «realizó una gran obra de evangelización con la simplicidad de aquel signo». El pesebre, colocado cada Navidad, ha de ser una invitación a sentirse implicados para los cristianos: «implicados en la historia de la salvación, contemporáneos del acontecimiento que se hace vivo y actual en los más diversos contextos históricos y culturales».

El cielo estrellado y los paisajes

El Papa empieza su repaso por las figuras del Belén, el cielo estrellado en la oscuridad y el silencio de la noche. «Lo hacemos así no solo por fidelidad a los relatos evangélicos, sino también por el significado que tiene. Pensemos en cuántas veces la noche envuelve nuestras vidas», indica el Pontífice. En este sentido, añade que «Dios no nos deja solos, sino que se hace presente para responder a las preguntas decisivas sobre el sentido de nuestra existencia», escribe.

Los paisajes, aunque no son personajes del pesebre como tal, también esconden un significado. «A menudo representan las ruinas de casas y palacios antiguos, que en algunos casos sustituyen a la gruta de Belén y se convierten en la estancia de la Sagrada Familia», explica Francisco. Estas ruinas representan la humanidad caída, todo lo que está corrompido y deprimido. «Este escenario dice que Jesús es la novedad en medio de un mundo viejo, y que ha venido a sanar y reconstruir, a devolverle a nuestra vida y al mundo su esplendor original», suscribe el Pontífice.

Las montañas, los riachuelos y los animales indican que «toda la creación participa en la fiesta de la venida del Mesías», afirma Bergoglio. Mientras, el palacio de Herodes, por ejemplo, «está al fondo, cerrado, sordo al anuncio de la alegría», continúa la carta.

Los pastores y otras figuras

«Vayamos, pues, a Belén, y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha comunicado», dicen los pastores después de que los ángeles les anunciaran el nacimiento de Jesús (Lucas 2, 15). Este mensaje, dice el Papa Francisco, «es una enseñanza muy hermosa que se muestra en la sencillez de la descripción». Ellos son «los primeros testigos de lo esencial, es decir, de la salvación que se les ofrece», se lee en Admirabile signum.

«Son los más humildes y los más pobres quienes saben acoger el acontecimiento de la encarnación», afirma Francisco sobre otras figuras que se añaden a los portales, como la costumbre de añadir a la representación mendigos y gente «que no conoce otra abundancia que la del corazón». Sobre estos personajes, que parecen no guardar relación con el relato bíblico, avisa el Papa que «pretende expresar que en este nuevo mundo inaugurado por Jesús hay espacio para todo lo que es humano y para toda criatura».

El pesebre

«Poco a poco, el Belén nos lleva a la gruta», continúa la carta. Antes de entrar en los protagonistas de la escena, se detiene en el lugar donde todo sucedió aquella fría noche. «Al nacer en el pesebre, Dios mismo inicia la única revolución verdadera que da esperanza y dignidad a los desheredados, a los marginados: la revolución del amor, la revolución de la ternura», explica.

Desde allí, desde el portal, «Jesús proclama, con manso poder, la llamada a compartir con los últimos el camino hacia un mundo más humano y fraterno, donde nadie sea excluido ni marginado».

Los Reyes Magos y sus regalos

Francisco se refiere a sus majestades de Oriente como «hombres ricos, sabios extranjeros, sedientos de lo infinito, que parten para un largo y peligroso viaje que los lleva hasta Belén». Los regalos que le llevaron al Rey que encontraron siguiendo una estrella tienen también un significado: «El oro honra la realeza de Jesús; el incienso su divinidad; la mirra su santa humanidad que conocerá la muerte y la sepultura», anuncia el obispo de Roma.

Ellos siguieron la estrella, que es señal de que «también nosotros estamos llamados a ponernos en camino para llegar a la gruta y adorar al Señor», explica. Los Magos «enseñan que se puede comenzar desde muy lejos para llegar a Cristo» y destaca de ellos que «no se dejan escandalizar por la pobreza del ambiente; no dudan en ponerse de rodillas y adorarlo. Ante Él comprenden que Dios, igual que regula con soberana sabiduría el curso de las estrellas, guía el curso de la historia, abajando a los poderosos y exaltando a los humildes».

La Virgen María

El Papa escribe sobre María que «su imagen hace pensar en el gran misterio que ha envuelto a esta joven cuando Dios ha llamado a la puerta de su corazón inmaculado» y la presenta en Belén como «una madre que contempla a su hijo y lo muestra a cuantos vienen a visitarlo».

Con el sí que ofreció la Virgen al Ángel en la Anunciación, «María se convertía en la madre del Hijo de Dios sin perder su virginidad, antes bien consagrándola gracias a Él. Vemos en ella a la Madre de Dios que no tiene a su Hijo sólo para sí misma, sino que pide a todos que obedezcan a su palabra y la pongan en práctica», explica el Papa.

San José

El padre adoptivo del niño «juega un papel muy importante en la vida de Jesús y de María. Él es el custodio que nunca se cansa de proteger a su familia», indica. Francisco señala también que José fue «el primer educador de Jesús niño y adolescente». En el nacimiento, señala el obispo de Roma, se le representa por lo general con el bastón en la mano y a veces también sosteniendo una lámpara.

El Niño Jesús

«El corazón del pesebre comienza a palpitar cuando, en Navidad, colocamos la imagen», afirma el Papa. «Dios se presenta sí, en un niño, para ser recibido en nuestros brazos. En la debilidad y en la fragilidad esconde su poder que todo lo crea y transforma», subraya.

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