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Domingo de Ramos de la Semana Santa de FerrolEFE

Semana Santa 2024

Palmas, olivo y un burro: ¿Qué se celebra el Domingo de Ramos?

En el primer día de Semana Santa, la Iglesia presenta la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, como el Rey y Mesías esperado

Acompañado con palmas, aclamado por el pueblo y a lomos de un pollino de borrica. Así es como Israel recibe a su Mesías, a su entrada triunfal en Jerusalén para salvar a su pueblo.

El próximo 24 de marzo dará comienzo la Semana Santa con el Domingo de Ramos en la Pasión del Señor. Este día es de reconocimiento a Jesús como Rey del cielo y de la tierra, y sirve como anticipo de la victoria de Cristo sobre la muerte. Esto último es por lo que en las misas se relata la Pasión y se emplea el color rojo durante esta solemnidad, acompañado de lecturas que profetizan el momento de la cruz.

Los que anteriormente proclamaban jubilosos «Hosanna» al Redentor, lo abandonarán y aplaudirán su crucifixión por blasfemo disidente.

El significado de los ramos de palma y olivo

Las palmas y el olivo, que se quemarán para usarse en el próximo Miércoles de Ceniza, son conservados por algunos católicos durante el resto del año como un signo visible de esta gran fiesta.

En el año 2006, el Papa Benedicto XVI explicaba en la homilía de este día que el olivo es «signo de la paz mesiánica» y los ramos de palma «signo del martirio, don de la vida a Dios y a los hermanos y testimonian nuestra adhesión firme al misterio pascual».

Las ceremonias principales comienzan con la bendición de ramas de olivo y las palmas, que marcharán en procesión hacia el templo. En muchas ciudades de España, junto a la imagen de Jesús sobre la borriquilla. Esta procesión también simboliza el caminar por el desierto de la Cuaresma, que termina, culminado en la subida con Cristo a Jerusalén para compartir la Pascua.

¿Por qué un borrico?

Llama la atención que, en el Evangelio, cómo es Jesús el que pide a sus discípulos buscar a un burro. Teniendo en cuenta el simbolismo de la realeza que conlleva este día, se puede imaginar que tendría más sentido otro animal «más digno» como un caballo.

De esta manera, es Cristo quien cumple lo anticipado por el profeta Malaquías: «¡Salta de gozo, Sion; alégrate, Jerusalén! Mira que viene tu rey, justo y triunfador, pobre y montado en un borrico, en un pollino de asna».

Igualmente, esta acción se interpreta como la colaboración humana que Dios reclama para su propia salvación. Esa ayuda, aunque sea pequeña, torpe, resulta bien empleada y útil a sus ojos.