Cinco ermitas en ruinas donde perderte y olvidarte del móvil
Seguramente no haya un solo pueblo de España que no tenga, al menos, una ermita. Aquí les presentamos cinco de ellas donde recuperar la paz y el sosiego
Recónditas, recoletas y retiradas; alejadas del mundanal ruïdo. Así son estas cinco ermitas diseminadas por toda España donde uno se puede retirar a meditar, a orar o, simplemente, a olvidarse del teléfono móvil, porque algunas de ellas ni siquiera están en una zona con cobertura. Y es que los ermitaños, desde antiguo, han anhelado la quietud y lo apartado. A pesar de que, desde hace décadas, incluso siglos, ninguno reside ya en estos sobrios y humildes edificios, la paz y la serenidad que los rodea se ha mantenido inalterable.
Tienen, además, algo en común: las cinco ermitas están incluidas en la Lista Roja del Patrimonio que elabora la asociación Hispania Nostra y que recoge aquellos elementos del patrimonio cultural español que se encuentran sometidos a riesgo de desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores, con la esperanza de darlos a conocer y lograr su consolidación o restauración.
Son las siguientes:
San Juan Bautista, en Revilla del Campo (Burgos)
Sus cubiertas sucumbieron hace tiempo, y su interior está arruinado y colmatado de escombros. Construida entre los siglos XI y XIII y con reformas posteriores, esta pequeña edificación constituyó la primitiva iglesia parroquial del despoblado medieval de Revilla de la Fuente, en Burgos. Este enclave, cuyo número de habitantes nunca fue elevado, quedó despoblado a finales del siglo XVI y se convirtió en la ermita de San Juan Bautista, dependiendo del cercano municipio de Revilla del Campo.
Es eminentemente románica y en su cabecera se abren tres sencillos vanos en saetera, cuya cornisa está sostenida por once canecillos. En su interior se conservan tres tramos del banco corrido original, aunque ha sido en parte expoliado.
La Soledad, en Campillo de Dueñas (Guadalajara)
Su perfil se dibuja limpio sobre el cielo azul de Campillo de Dueñas, un municipio de 76 habitantes en Guadalajara. No se conoce el origen de la ermita de la Soledad, pues no existe ninguna noticia de ella en los libros parroquiales, pero la primera noticia que se tiene de este lugar es del año 1696.
Dedicada a la Virgen de esta advocación, presenta una planta rectangular con coro elevado sobre la entrada y púlpito. Se encuentra al lado del cementerio.
Su conservación ha sido deficiente, y la techumbre, que está a punto de derrumbarse, ha abierto grietas en los muros.
San Roque, en Ayora (Valencia)
Se erigió en 1600 en gratitud a San Roque, santo y patrón contra las pestes y epidemias, y al Santo Ángel, por hacer desaparecer la segunda oleada de peste bubónica de la localidad de Ayora (Valencia). Pasada la epidemia de peste, continuó el culto en la ermita, pero con motivo de la construcción de la cercana ermita del Santo Ángel en el año 1639, poco a poco esta fue abandonándose y quedando relegada, tomando protagonismo la nueva.
En el año 1838 se derrumbó, aunque volvió a reedificarse de nuevo, restaurándose por última vez en 1867. Desde entonces entró en estado de ruina definitivamente hasta nuestros días. Sólo quedan en pie los muros de mampostería de su única nave y los contrafuertes. La bóveda se derrumbó, quedando sólo los arcos de piedra sostenidos por los pilares y los muros.
San Miguel, en Alcañiz (Teruel)
Debió de ser el lugar de culto para las masadas de la zona. Está datada en el siglo XVI por su morfología, pero no existe documentación que lo acredite. La despoblación del hábitat disperso del siglo XX propició el abandono de la ermita y su posterior uso como almacén de aperos. Después se hicieron algunos trabajos de consolidación de la parte superior de los muros y la restauración de uno de sus arcos y la espadaña. En 1987 el ayuntamiento de Alcañiz aceptó la donación de este edificio.
Parte de la edificación se encuentra dentro de la roca excavada. El tejado a dos aguas de teja árabe se apoyaba en ocho arcos diafragmas apuntados. La puerta de entrada principal es de arco de medio punto. Se accede al interior del templo mediante escalones excavados en la roca. Al carecer de tejado, están apareciendo grandes grietas en el muro izquierdo de la cabecera.
San Jorge o El Salvador, en Cáceres
Hispania Nostra se nuestra contundente con la situación de la ermita de San Jorge o El Salvador, a 12 kilómetros de Cáceres: «Es un caso escandaloso de abandono de patrimonio histórico. Aunque sea de propiedad privada, la autoridades culturales pueden intervenir y, si no se restaurara por su propietario, expropiar la ermita».
Es de reducidas dimensiones y nada se sabe sobre su fecha de construcción, sus arquitectos o mecenas, ni tan siquiera sobre los años en que comenzó su abandono o sobre su original funcionamiento y advocación real bajo la que se consagró la misma. La datación más aproximada la sitúa en el siglo XIV.
Desde fuera aparece arruinada y hundida y, al estar en una hondonada, suele acumular mucha agua. La sorpresa llega al acceder al interior: aparecen entonces un colorido, extenso y rico repertorio pictórico con un complejo programa iconográfico. Componen la mayor obra firmada de Juan de Ribera, que actuó en Cáceres a mediados del siglo XVI.
El acceso al edificio estaría por el suroeste y, entrados en él, se encuentra a la derecha un arco con la representación del pecado de Adán, mientras que a la izquierda aparecen paneles pintados con escenas bíblicas en cuatro grandes viñetas. La capilla se cierra con una cúpula semiesférica representado a Dios en Majestad y, en las pechinas, los Padres de la Iglesia.
La fecha de su ejecución viene determinada por la firma del autor y fecha: sobre una columna pequeña y tosca que separa la antecapilla del coro se encuentra escrito en letras góticas: «JUAN DE RRIBERA PINTO MDLXV (1565)».