Patrimonio
Los cinco monasterios más impresionantes de la Lista Roja de Hispania Nostra
Abandonados, expoliados y vandalizados. Así se encuentran estos cenobios que, pese a las calamidades, conservan destellos de su antiguo esplendor
En España hay 128 monasterios en ruinas que corren el peligro de desaparecer para siempre. Esos son, al menos, los que recoge la Lista Roja que elabora la asociación Hispania Nostra. Porque hay muchos más. El citado listado se va completando con las sugerencias que llegan a la institución de parte de ciudadanos interesados en el patrimonio cultural. Una vez recibida la información, un Comité Científico se encarga de dictaminar si el elemento en cuestión debe ingresar en la Lista Roja o no.
Víctimas de las guerras napoleónicas, de la Desamortización de Mendizábal o de la Guerra Civil, principalmente, los 128 conventos se encuentran hundidos, abandonados y despojados de su antiguo esplendor. La maleza crece por doquier, cubriendo y ocultando las antiguas estancias. Si alguna vez albergaron algo de valor, ya fue arrebatado hace tiempo. Hasta las piedras y sillares han sido expoliados por los lugareños para ser reutilizadas en otros edificios.
Sin embargo, en muchos de ellos se adivina todavía la majestuosidad que antaño alcanzaron. Estos son los cinco monasterios más impresionantes que recoge la Lista Roja de Hispania Nostra.
Convento del Desierto (Calanda, Teruel)
Hasta él solo se puede llegar por una pista de tierra. Sobrecoge por su magnificencia y grandiosidad. No en vano es conocido como «el Escorial de Aragón». Se trata de un convento que fundaron los carmelitas descalzos y que dedicaron a San Elías. Fue fundado en 1682 y reconstruido en 1708 tras un incendio durante la Guerra de Sucesión. El nombre del cenobio, «Desierto», tiene toda la intencionalidad: está emplazado en una zona muy escasamente poblada.
En 1809 las tropas francesas lo saquearon, incendiaron y robaron parte de la biblioteca. En 1835 se produjo la exclaustración forzada por las leyes del masón Juan Álvarez Mendizábal y comenzó su decadencia. A pesar de su abandono, todavía conserva su estructura original. Desde 2004 está considerado como BIC. En 2021, el ayuntamiento de Calanda compró el convento con la intención de ponerlo en valor, pero aún no se ha hecho nada al respecto.
Convento de Budia (Guadalajara)
En este pequeño pueblo que recorrió Camilo José Cela en su Viaje a la Alcarria, las carmelitas fundaron un cenobio en 1688. «Budia es un pueblo grande, con casas antiguas, con un pasado probablemente esplendoroso. Las calles tienen nombres nobles, sonoros –Real, calle Boteros, calle de la Estepa, calle Hastial, calle del Bronce, de la Lechuga, del Hospital– y en ellas los viejos palacios moribundos arrastran con cierta dignidad sus piedras de escudo, sus macizos portalones, sus inmensas, tristes ventanas cerradas», escribió el viajero tras pasear por sus calles.
El convento fue célebre en toda la orden porque de aquí salía la mayoría del paño que empleaban para confeccionar sus ásperos hábitos. Todo cambió a partir de 1835, con la nefanda Desamortización, que trajo la ruina a tantos monasterios españoles.
Mantiene la estructura de la iglesia conventual, con su magnífica fachada todavía en pie, donde presenta tres arcos bajos de acceso. El central se escolta de planas pilastras, y se remata con vacía hornacina. Sobre ella aparece un enorme ventanal escoltado de almohadillado, que tenía por misión dar luz al coro, y sobre ella todavía se yergue un gran remate triangular con botones. El interior solo conserva los muros, muy deteriorados. Es de una sola nave con capillas laterales comunicadas entre sí, por lo que se podría hablar de tres naves diferenciadas.
San Antonio de Padua (Garrovillas de Alconétar, Cáceres)
Las paredes del templo donde antaño se celebraban misas y se elevaban plegarias sirvieron hasta fechas muy recientes para que los grafiteros dejaran su impronta. Poco les importaba si el convento de San Antonio de Padua, en Garrovillas de Alconétar (Cáceres), estaba declarado BIC o si se trataba de una extraordinaria construcción levantada entre los siglos XV y XVII.
Las cosas han cambiado significativamente en los últimos tiempos, y en marzo de 2022 finalizaron las obras de limpieza, consolidación y restauración del monasterio, con una inversión total de 103.514 euros por parte de la Junta de Extremadura. Su futuro podría verse garantizado con los planes que existen para convertirlo en hotel.
Fue desamortizado y, en enero de 1843, los propios vecinos de Garrovillas lo arrasaron buscando supuestos tesoros que nunca aparecieron. «Desde entonces no ha sufrido más que calamidades, expolios y vandalismo», lamentan desde Hispania Nostra.
La iglesia, renacentista, con bóveda de crucería, es de una sola nave y ábside poligonal, con dos capillas laterales a cada lado, dos renacentistas (con friso, pilastras y cruz en el remate) y otras dos platerescas (con balaustres, tondos, y cornisa con flameros y atlantes). En ellas se encontraban los enterramientos de los condes don Enrique Enríquez de Mendoza y doña María Teresa de Guzmán, adornados con estatuas orantes de alabastro.
El coro se asienta sobre un atrevido arco escarzano. En el muro oeste se abre la puerta principal del templo, con una ventana encima para iluminar el coro. Hay otra puerta en la fachada norte, en arco apuntado, que debió aprovecharse de la construcción primitiva.
El claustro es de sobrio estilo renacentista. La parte baja tiene pilares cuadrados de sillería rematados con tres arcos de medio punto a cada lado, con bóveda de arista y saliente moldura, sobre los que corre una galería de cinco columnas de orden toscano sobre plintos en cada ala, además de las cuatro fundidas, correspondientes a las esquinas. La columnata del claustro alto sostiene una cornisa adornada con triglifos y metopas lisas. En los muros del claustro bajo existieron pinturas al fresco, hoy destruidas, con escenas de milagros y pasajes de las biografías de frailes franciscanos y leyendas explicativas.
San Salvador de Cornellana (Asturias)
En el monasterio asturiano de San Salvador de Cornellana se da la singular circunstancia de que es de los poquísimos monumentos que han entrado dos veces en la Lista Roja de Hispania Nostra. Lo hizo por primera vez en 2010, cuando se encontraba en un estado deplorable. Salió del listado seis años más tarde y pasó a la Lista Verde, en la que se incluyen los monumentos «indultados» por haberse sometido a reformas. Sin embargo, no se llevó a cabo la segunda fase de la rehabilitación prevista, por lo que volvió a caer en la desdichada lista en 2021.
«El deterioro de los paramentos y estructuras interiores se hace más que patente, incluso las zonas rehabilitadas por las escuelas taller, debido al nulo mantenimiento, la maleza y la humedad, entre otros problemas que afectan, por ejemplo, a que el segundo piso del claustro pueda colapsar», se lee en la ficha del monumento.
Fue fundado en el año 1024. En el siglo XII fue cedido a la orden de Cluny, siendo uno de los monasterios más importantes de Asturias. En 1536 pasó a formar parte de la orden benedictina de Valladolid. Se realizan intervenciones en todo el complejo dando prioridad a la iglesia para adecuarla a los nuevos usos. En el siglo XVII se reforma la iglesia románica, por lo que actualmente solo se conservan como partes románicas originales los ábsides y la torre. Posteriormente, se reforma y amplía el monasterio, y en el siglo XVIII se reforma el claustro medieval, sustituyéndolo por un claustro de estética barroca, el cual se conserva hoy en día.
Con la ocupación francesa se inicia su decadencia (incendio, polvorín,..), y posteriormente empeorará tras la desamortización de Mendizábal, convirtiéndose en una mantequería. En 1878 el obispado de Oviedo recompró el edificio. Durante la Guerra Civil fue usado por ambos bandos como cuartel, almacén y prisión. El 3 de junio de 1931 fue declarado Monumento Histórico-Artístico.
Hacienda Jesús del Valle
La Hacienda Jesús del Valle, en Granada, fue construida por los jesuitas y aparece citada en los Anales de Granada de Henríquez de Jorquera (hacia 1645) como una granja de la Compañía. Tras la expulsión de los jesuitas y la desamortización de sus propiedades, ya en manos privadas, las modificaciones realizadas sobre el complejo fueron menores, posiblemente reducidas a las transformaciones propias demandadas por las nuevas labores agrícolas y a la adición de una zona destinada a la guarda de ganado.
El complejo originario debió construirse a lo largo del siglo XVII, colaborando en su proyecto y ejecución arquitectos al servicio de la Compañía, como el padre Pedro Sánchez (quien había trabajado con Ambrosio de Vico en las obras de la abadía del Sacromonte, con la que guarda afinidades formales), o alguno de sus más directos discípulos. En 2005 fue declarada Bien de Interés Cultural.
Se encuentra en un estado de ruina completa. Ha sido expoliada parte de la solería en barro, azulejería y demás elementos ornamentales. Se han desprendido parcialmente las cubiertas, así como parte del primer nivel. Aún se pueden identificar zonas como las cocinas, palomar, refectorio, celdas, pozo, molino, etc. La vegetación ha invadido casi la totalidad del conjunto.